jueves, 6 de agosto de 2015

SEGUNDA ESTROFA. Parte 3.

"IL BALCONE DI VANNOZA." 


     

            Es importante hacerse una idea del tiempo que va a hacer durante un viaje, sobre todo cuando tienes proyectado andar mucho, en mi caso, había visto una previsión de toda la semana y, aunque ya se sabe que la meteorología no es una ciencia exacta, las probabilidades de lluvia eran nulas, incluso, existían posibilidades de que todos los días fueran soleados, eso si, la temperatura... un máximo de 15 º y un mínimo de 2º, pero yo con que no llueva me conformo.
            Esa mañana había amanecido con un sol tímido y un frío de narices, así que, lo primero de todo, un espresso doppio  en alguna cafetería y “pa'lante, como la gente de Alicante”.
            Del tema del café no voy a decir mucho, ya, en otra entrada, dí las pautas y aclaré todo lo relacionado con los cafés en Roma y en Italia en general, desde como pedirlos adecuadamente hasta los miles de tipos que hay, así que este tema está ya sabido, con decir un expresso doppio creo que ya es suficiente, lo que si he aprendido esta vez es la experiencia extraña y deliciosa que resulta de mezclar el expreso y un vasito de Acqua frissante, esto es, te bebes el cafelito y pides un  vasito de agua con gas... no se, nunca me ha gustado el agua con gas, pero, como se suele decir “En Roma, como los Romanos” y yo había visto que mucha gente lo hacía, así que me lancé a probarlo y, sinceramente, me gustó mucho la mezcla amarga del café con la sensación gaseosa del agua, a veces pienso que si vendieran un refresco gaseoso con sabor a café triunfarían, o lo que es lo mismo, café con gas... que cosas se me ocurren, seguro que es una guarrería... pero, ¿a que muchos de nosotros querríamos tener un ambientador en casa o en el coche con olor a café recién hecho?, ¿a que si?

            Como ya he dicho más de una vez, para mi los transportes públicos no existen, la mejor forma de descubrir una ciudad es, sin lugar a dudas, andarla y Roma no es, en absoluto, una excepción. Siempre me ha gustado el ambiente de tranquilidad que se respira en la Cittá a primera hora de la mañana, antes de que las hordas de turistas lo invadan todo y pocas visiones hay más ideales que el Coliseo, el arco de Constantino y la Via de Verbiti en total soledad, ni tan siquiera esas imitaciones de centuriones que revolotean por el exterior de los Foros y del Coliseo intentando (y, a veces, consiguiendo) que algún turista incauto se haga una foto con ellos en unas posturas que, realmente, tienen muy poca gracia y a unos precios..., creo que ronda un mínimo de 5 Euritos la foto, no se realmente, nunca se me ha ocurrido hacer esto de la foto.

            Rutas nuevas, como digo, así que, dada la cercanía del apartamento a la iglesia de San Pietro In Vincoli, decidí investigar un poco el famoso pasaje del “Balcone di Vannozza” que se encuentra, justamente, entre Via Cavour y la  Piazza di San Francesco di Paola, es un pequeño pasaje cubierto con una bóveda de cañón, con unas escaleritas, el Vicolo Scellerato o Salita dei Borgia. ¿Por qué ese nombre y quien era la tal Vannozza?, pues veréis, os cuento uno de los “chismes” de la Roma del renacimiento.

           Comienza hace mucho tiempo la triste fama de "callejón cruel" (Vicolo Scellerato), o vicus sceleratus, donde en 535 ac la ambiciosa Tulia Maior mató a su marido y padre Servio Tulio (sexto rey de Roma) con el fin de conquistar el trono junto a su cuñado y futuro marido, al que todos conocemos con el nombre de Tarquinio el Soberbio, precisamente, el séptimo rey de la ciudad. Al ver a su padre moribundo, la hija cruel no dudó en aplastar violentamente el cuerpo varias veces con su carro para asegurarse de su final, hecho que despertó, en la época, una gran indignación entre la gente, que aplicó a la callejuela este triste apodo.
Pero, ¿quién era esa tal Vannozza y por qué vivía allí?, bien Vannozza Cattanei (o Giovanna Cattanei, que era su verdadero nombre), fue una de las principales (cuidadín, que digo principal, no única) amantes del Papa Alejandro VI… vale, fue amante de un Papa, un tal Alejandro VI, hasta aquí, teniendo en cuenta que estamos hablando de 1400 y pico, pues normal, más o menos… Alejandro VI, que es más conocido como Rodrigo Borgia (o lo que es lo mismo, el Papa Borgia), tuvo y reconoció CUATRO HIJOS con esta mujer: Juan, Cesar, Lucrecia y Jofré… ahora bien, es cierto que esto pasó cuando solo era Cardenal, pero dio lugar a la archiconocida “Familia Borgia”. El problema vino cuando Rodrigo fue proclamado Papa (bueno, lo de fue proclamado es más una alegoría que otra cosa, pero dejémoslo así, por ahora).

Vannoza, nacida en Mantua, allá por 1442, estuvo casada cuatro veces antes de convertirse en la amante de Rodrigo, incluso hay quien dice que estuvo “liada” con el Cardenal Giuliano della Rovere (no se si os suena, un tal Julio II, muy amigo de un tal Miguel Angel y que le encargó que le diera unas manitas de pintura al techo de una capillita que tenía un poco estropeada). El caso es que, cuando Rodrigo fue proclamado Papa, decidió dejar un poco de lado a Vannozza, pero, dado que era la madre de sus cuatro hijos, decidió acomodarla y mantenerla en un pequeño palacio, cuyo balcón, por cierto (justo el que se ve encima de las escaleras, en el acceso desde Via Cavour), dicen que fue proyectado y dibujado por el mismísimo Raffaello Sanzio por encargo de Rodrigo Borgia (esto es otra leyenda, las fechas no coinciden, cuando el de Urbino llegó a Roma hacía ya cinco años que Alejandro VI había muerto, pero…).
 Otra leyenda cuenta que, Lord Byron, durante sus paseos nocturnos por Roma, pasaba largas horas contemplando este balcón y esperando que a él asomara la bellísima Lucrecia Borgia, de la que, según dicen, guardaba un mechón de cabello (a saber…).


 Y que pasó con el Cardenal Rodrigo Borgia cuando fue coronado Papa?, se reformó en sus “entretenimientos carnales” una vez que dejó a Vannozza?, pues más bien no… lo que hizo, simplemente, fue cambiar a una por otra, cambio a nuestra pobre Giovanna Cattanei por otra gran conocida de la historia, ni más ni menos que por Julia Farnesio, de la familia Orsini… Giovanna “Vannozza”, vivió una vida tranquila y, a su muerte en 1518, dejó todos sus bienes a la iglesia, siendo enterrada en Santa Maria del Popolo (aunque los lansquenetes, durante el “Sacco di Roma” se encargaron de destrozar la capilla y solo queda la lápida sepulcral que fue fijada en la Iglesia de San Marcos, frente al Campidoglio…

Nos quedaremos con esto, la leyenda, que es como se contruyó Roma, el romanticismo, los chismes y los “dimes y diretes”, nos quedaremos con esto, verdad?. Porque si no, tendríamos que decir que, en realidad, el edificio jamás perteneció a los Borgia, en realidad, pernecía a los Margani, que en 1512 fueron anfitriones durante unos días, de Julio II y que, más tarde, la propiedad pasó a ser de los Cesarini y que, a mitad del siglo XVII, pasó a los Orsini, que compraron el palacio por unas tres mil coronas. En 1622 fue vendido al monje calabrés Pizzallo que lo donó los Frailes Menores Franciscanos que lo convirtieron en un convento y erigieron la iglesia dedicada a San Francisco de Paula… Ea!, será que esto queda mejor, no?, pues eso…

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