Abordar
esta parte de la ruta ha sido un verdadero reto para mi. Muchas cosas han
pasado en Roma, en el Vaticano y en San Pedro desde que empecé a “contar” en
este blog, la mayoría de ellas afectan solo a unos cuantos miles de millones de
personas que han visto como se ha procedido a nombrar una nueva “cabeza” de su
iglesia… y todo ello ha pasado entre los muros de uno de los núcleos de
influencia más grande de este planeta, el Vaticano y, concretamente, San Pedro
y sus aledaños…
San Pedro (la plaza y la basílica)
es, sin ningún tipo de dudas, ARTE y como tal, pensado y fabricado para agradar
a Dios y al hombre. Desde la Columnata de Bernini, construida para “abrazar” a
los peregrinos que acudía a San Pedro (por cierto, no es circular, es elíptica,
como el Coliseo o como el Campidoglio) como una madre abraza a sus hijos al
llegar a casa, hasta la basílica en sí y digo bien, basílica que, si bien es
cierto, es una de las cuatro Basílicas Mayores
de Roma (junto con San Giovanni in Laterano, Santa Maria Maggiori y San Paolo
fuora le mura), es “solo” esto una Basílica, el título de Catedral de Roma lo
ostenta San Giovanni in Laterano (San Juán de Letrán) y no es tampoco la
“parroquia” del Vaticano, lo es la Capilla Paulina, de forma que San Pedro es,
por decirlo de algún modo y sin que resulte ofensivo, el mejor de los
escenarios para los ritos multitudinarios, a parte de lugar de enterramiento de
142 papas (sin incluir a San Pedro).
Para dar algunos datos (que siempre
hay a quien le gusta esto), diré que la plaza mide 340 x 240 metros, delimitada por un
pórtico arquitrabado con cuádruple alineamiento de columnas toscanas (284 de 16
metros de alto), cuyo eje transversal se señala por el obelisco central y las
fuentes laterales. Proyectada por Bernini por encargo del papa Alejandro VII,
aunque hay que decir que el proyecto original de Bernini no era una plaza
ovalada sino trapezoidal, pero la idea no fue muy bien acogida y optó por la
ovalada, incluso llegó a proyectar un tercer brazo porticado de la columnata
que cerraba el óvalo. En la parte alta del porticado hay 140 estatuas de santos
de diversas época y lugares y en la fachada de la Basílica las estatuas de
Jesús, Juan el Bautista y 11 apostoles. En el interior de la plaza, en el cada
uno de los dos focos de la elipse, se encuentran dos fuentes, una diseñada por Carlo Maderno (el mismo
que diseñó la fachada de San Pedro) y la otra es una copia realizada por
Bernini, entre las dos fuentes hay un
obelisco que, procedente de Egipto y que trajo a Roma Nerón para situarlo en el
centro de su circo, con 25 metros de alto, la leyenda dice que, en su cúspide,
una bola de bronce guardaba los restos de Julio Cesar (posteriormente fue
sustituida por reliquia de la cruz de Cristo). El papa Sixto V decidió
colocarlo en la plaza en memoria del martirio de San Pedro (recordad que fue en
el circo de Nerón donde martirizaron y mataron a Pedro crucificándolo de forma
invertida como él mismo pidió, dado que no se consideraba digno de morir en la
misma forma en que lo hizo Jesús), por esto a este obelisco se le conoce como
“el testigo mudo” dado que, supuestamente, vió morir a San Pedro. A medio
camino entre el obelisco y cada una de las fuentes hay un disco de piedra donde
se puede leer “centro del colonnato”, si os colocáis encima de uno de ellos
podréis ver como las cuatro filas de columnas se alinean y parece que solo haya
una sola fila.
Por cierto,
algo que puede resultar útil, en el lado izquierdo de la plaza (una vez
terminada la columnata y casi pegando con la Basílica) hay una estafeta de
correos, unos aseos y el servicio médico de urgencia… Hay otros aseos en el
lado derecho de la plaza justo detrás de las columnas, si no recuerdo mal, que
nunca se sabe cuando puede hacer falta algo de esto.
Para acceder
al interior de la basílica hay que dirigirse al lado derecho de la plaza, allí
encontrarás unos arcos de seguridad en los que deberás mostrar el bolso o la
mochila (recordad que hay unas normas de vestimenta para acceder al templo, de
forma que es aconsejable seguirlas o esperaras cola para nada porque no te
dejarán acceder) y, una vez pasado este control de seguridad, te encontrarás con
dos colas, una para acceder a la basílica (gratuita) y otra para subir a la
cúpula, comenzaremos por la primera y accederemos a la basílica por la fachada
principal.
Creo que ya
he contado que el San Pedro original fue construido por orden del emperador
Constantino en el año 326 d.C y que la actual fue proyectada por Bramante (en
el video de más abajo os podeis hacer una idea bastante buena de cómo era la
original), pues bien, Bramante la proyectó en forma de cruz latina y fue Carlo
Maderno el que, por orden del papa Pablo V el que le dio su forma actual de
cruz latina (se encontraban en plena Contrarreforma y el papa quería una
iglesia grande), el problema es que al cambiar la forma de la iglesia la cúpula
proyectada por Miguel Angel no resaltaba como este había planteado (que se
viera nada más entrar), así que, para solventar el dilema, Maderno diseñó una
fachada menos alta a fin de que pudiera verse la cúpula desde la plaza, incluso
propuso añadir dos campanarios menores a cada lado de la cúpula para realzarla,
pero esta idea no cuajó.
La fachada
principal, de 110 metros de larga, construida en travertino blanco y ocre,
aunque con algunas tonalidades verdes y rojas en la Loggia della Bendizione (el
balcón donde se asomó Francisco I cuando fue elegido a dar la bendición Urbi et
Orbe), en la parte alta podemos leer IN
HONOREM PRINCIPIS APOST PAVLVS V BVRGHESIVS ROMANVS PONT MAX AN MDCXII PONT VII
(En honor del Príncipe de los Apóstoles, Pablo V Borghese Romano Pontífice
Máximo año 1612 año séptimo de su pontificado) , además, encontramos cinco puertas que dan acceso al
pórtico, en el que podemos encontrar dos estatuas a cada lado, a la derecha una
ecuestre de Constantino, obra de Bernini y a la izquierda una de Carlomagno y
justo por encima del pasadizo central están los restos del famoso mosáico
Navicella (Jesús caminando por las
aguas), que se encontraba en la antigua basílica. Las puertas de acceso a la
basílica son de bronce y también de la época de Constantino, aunque fueron
decoradas por el escultor florentino Filarete (Antonio Averulino)
en el sigo XV.
Del interior
de la basílica os diré poco, porque poco se puede decir, un par de cosas o tres
que considero importantes o útiles, pero creo que es mejor que cada uno
disfrute de su interior de la manera que considere conveniente.
Lo primero
que me gustaría comentar sobre el interior de la basílica es que tiene 218
metros de largo y 136 metros de altura y que está diseñada con tal grado de
perspectiva que, salvo que os acerquéis o tengáis la referencia de alguna
persona que se encuentre cerca, no tendréis una relación adecuada del tamaño de
alguna de las estatuas que hay en su interior. Por poner un ejemplo, en los
medallones de las pilastras que sujetan la cúpula, hay unos mosaicos con los
cuatro evangelistas, bien, pues la pluma de San Marcos mide 1,5 metros y las
letras que hay en el perímetro de la nave (que por cierto pone: “QVODCVMQVE
LIGAVERIS SUPER TERRAM, ERIT LIGATVM ET IN COELIS, ET QVODCVMQVE SOLVERIS SVPER
TERRAM, ERIT SOLVTVM ET IN COELIS • EGO ROGAVI PRO TE, O PETRE VT NON DEFICIAT
FIDES TVA, ET TV ALIQVANDO CONVERSVS, CONFIRMA FRATRES TVOS” o sea: Todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que
desatares en la tierra será desatado en los cielos. • Yo he rogado por ti, que
tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos) miden 2 metros de altura, al igual que las
letras que hay en la cúpula… Por cierto, que hablando de la cúpula, hay
que decir que su diámetro interno es de 41,47 metros (ligeramente inferior a la
del Panteón que es de 43,3 o a la de la Catedral de Florencia, que es de 44
metros), esto os dará una idea de cómo os engañan los ojos al mirar la
monumentalidad del interior de la basílica.
Si entráis
por la llamada Puerta Filarete (El acceso a la basílica desde el pórtico se
realiza a través de cinco puertas, de izquierda a derecha son: «Puerta de la
Muerte», «Puerta del Bien y del Mal», «Puerta de Filarete», «Puerta de los
Sacramentos» y «Puerta Santa», por lo que la Filarete es la central), lo
primero que os encontraréis es un gran disco rojo en el suelo (pórfido rojo),
este disco señala el lugar en donde Carlomagno (y unos cuantos más después) se
arrodilló para ser coronado emperador. Las líneas de bronce que veréis en el
suelo se corresponde con las medidas de las catedrales más importantes del
mundo, es decir, hasta cada una de esas marcas es hasta donde llegan las
mencionadas catedrales (podéis leer el nombre de cada una de ellas en las
líneas).
Justo a la
derecha de la entrada (en la llamada Nave de la Epístola), en una capilla, no
debéis de perderos la Pietá de Miguel
Angel (he de reconocer que esta escultura y la del Laocoonte en
los Museos Vaticanos, son mi debilidad, no puedo ir a Roma y dejar de visitar,
al menos, a la Pietá). Esta
escultura, realizada por el maestro florentino cuando solo tenía 24 años, es la
única firmada por él (la firma se encuentra en la banda que cubre el pecho de
la Virgen) y desde que en el año 1972 un (perdón por la expresión) vándalo llamado
Laszlo Toth la emprendió a martillazos con ella y le destrozó la nariz, parte
de la cara, el brazo izquierdo y el codo, se encuentra detrás de un cristal de
seguridad, lo que os fastidiará la mayoría de las fotos que intentéis sacarle
(sobre todo si utilizáis el fash, ya que el cristal os devolverá la luz).
Justo en la
capilla del otro lado de la nave (la de la izquierda o Nave del Evangélio)
contiene otra talla que, más por su curiosidad que por otra cosa, es
interesante visitar, se trata de la tumba de María Sobieska, esposa de Jacobo
Estuardo, conocido también como Monumento a los Estuardo (en la que, también se
encuentran enterrados el rey Jacobo III y sus hijos Carlos Eduardo Estuardo y
el cardenal Enrique Benedicto Estuardo, hijo y nietos de María). Ella y la
reina Cristina de Suecia son las dos únicas mujeres enterradas en San Pedro (la
tumba de la reina Cristina está en la capilla del ala de la derecha, junto a la
Pietá).
Continuando
por la nave central hasta casi llegar al Baldaquino de Bernini, a la izquierda
nos encontraremos con una pequeña estatua en bronce de San Pedro perteneciente
a la primera basílica y la cola que se suele formar es para besarle el pie que,
como comprobareis, está bastante desgastado por esta costumbre. Esta estatua se
encuentra en la base de una de las cuatro pilares que sostentan la cúpula que
cuentan con cuatro formidables esculturas que miran al altar y que son: San Longinos (si, el
romano que dio al lanzazo a Jesús en la cruz), Santa Elena, Santa Verónica y
San Andrés (cada una de estas estatuas mide 4.8 metros), sobre cada una de las
estatuas existe un balcón cerrado por sendas rejas tras las que se encuentran
diversos relicarios: en el de San Longinos se encuentra la reliquia de la Lanza
Sagrada; en el de Santa Elena se encuentra parte de la Vera Cruz; en el de
Santa Verónica se conserva la tela con el rostro de Cristo impreso; en el de
San Andrés, hermano de San Pedro, se conservaba el cráneo de este apóstol, pero
Pablo VI lo regaló a los ortodoxos como gesto de buena voluntad. Además, frente
a la pilastra de San Longinos (es decir, bajo la pilastra de San Andrés) se
encuentra la entrada a las Grotte
Vaticane, que se encuentran justo debajo de la basílica y es donde están
enterrados la mayoría de los papas, pero, dado que el final de las Grotte dan a
la calle directamente, os aconsejaría que bajarais a verlas (su entrada es
gratis) cuando terminéis de ver la basílica, sino tendréis que volver a entrar
para seguir con la visita.
En el
crucero de la basílica y bajo la cúpula, se encuentra el Baldaquino
(Baldacchino) de Bernini, sostenido por cuatro columnas salomónicas (imitando a
las del Templo de Salomón) y que fue construido en bronce extraído del pórtico
del Panteón, debajo del Baldaquino está el Altar Papal (en él solo puede
celebrar misa el papa) y justo delante del mismo se encuentra el Confessio, rodeado de 95 lámparas de
aceite siempre encendidas. Que no os confundan, ahí no están los huesos de San
Pedro, ahí lo que se guardan son los palios para los obispos que vayan a ser consagrados,
aunque si marca el lugar en el que, metros más abajo, está enterrado el Apóstol.
Os
aconsejaría también que, si tenéis tiempo, subáis a la cúpula de San Pedro, la
entrada son cinco euros y merece mucho la pena ver Roma desde ahí arriba, ahora
bien, dos cositas: una, pagad los
dos euros más que vale la entrada con ascensor, os ahorrareis una buena
cantidad de escalones del principio y, dos,
la subida no es nada fácil, así que si sufrís algún tipo de enfermedad
respiratoria, cardiaca o tenéis claustrofobia mejor os ahorráis el mal rato,
porque la subida se las trae y, una vez empecéis a subir, ya no hay marcha
atrás, las escaleras son muy estrechas y bastante empinadas, pero si os
atrevéis no os vais a arrepentir, además, la primera “fase” de la subida es
hasta un “balcón” que hay por dentro de la cúpula y os proporcionará una visión
increíble de la basílica…