3.- Plaza Navona (Piazza Navona).
Hoy, antes de decirdirme sobre cual
iba a ser el tercer “lugar favorito” que os iba a enseñar, he estado releyendo
(lo leí cuando lo subió al blog y os aconsejo que lo hagáis vosotros lo antes
posible) la publicación de mi amigo Hyperion “Metáfora”, lo cual
me ha intimidado mucho a la hora de sentarme y contar algo sobre Piazza Navona…
Me gustaría, sinceramente, tener su pluma fácil y poder transmitir con esa
precisión y esa belleza lo que siento sobre este “lugar”, pero supongo que Dios (o quién corresponda) me tiene
reservada otra gracia que, para mi
infortunio, aún no he descubierto y que, está claro, no es la de perderme en el
vericueto de las palabras contadas tan magistralmente… Yo, en su lugar (digo en
lugar de maravillear con el lenguaje,
no en lugar de Hyperion, Dios me libre), me voy a limitar a, además de
invitaros a presenciar el espectáculo que se desarrolla en esta PIAZZA cada día
y cada noche, a contar un poco que es, cual es su historia y que no te puedes
perder, porque, como decía un amigo mio, si te pierdes esto te paran en la
aduana y no te dejan volver.
Navona es
uno de esos sitios típicos que salen en las postales y que todo turista que ha
visitado Roma jura conocer, aunque solo
la conozca por los tartufos que se ha
“merendado” en el gran Caffe Benini o en el Ai Tre Tartufi (aunque yo soy más amigo
de lugares un poco más “recónditos”), o por la Fuente de los Cuatro Rios y los
quioscos de caricaturas que se instalan en el centro de la plaza…, pero Navona
es más, mucho más, es Bernini, es Borromini, es Pamphili, es Roma (la actual,
la barroca y la clásica), Navona es un centro de reunión, es un lugar
neurálgico de la Cittá. Navona es la evolución de una ciudad, un sitio mágico,
un lugar para descansar los pies, que no la vista y, de noche… Navona se
convierte en un teatro donde se escucha música, se ven malabaristas, se respira
el arte.
Tendría que
decir que Piazza Navona no es solo eso, una plaza, es mucho más, Navona es
Governo Vecchio, es Corso del Renascimento, es Santa Maria Dell’Anima, es todas
las calles que la rodean y que le dan ese sabor especial que la hace
irremplazable e inolvidable. No podeis limitaron a recorrer Navona de una
esquina a la otra y luego continuar vuestro camino, como si nada, con otra
marca en vuestro mapa de “cosa vista”, hay que adentrarse, hay que perderse e
investigar. Para mi, Piazza Navona comienza en Campo de Fiori y termina en el
Tiber, desde Panteón hasta Ponte Sant’Angelo, es, en definitiva, todo un
barrio, es un conjunto cuyo centro es el famoso Circo de Domiciano…, pero
comencemos.
Os contaré
que, como ya he mencionado, el origen de la plaza se remonta a finales del
siglo I, cuando Domiciano (Tito Flavio Domiciano, el último de los Flavios, los
que construyeron el Coliseo), llevado por su afición a los juegos griegos,
construyó allí su Circus Agonalis que,
con forma de “U”, servía para pruebas de atletismo, así como unas gradas de
piedra con cabida para 15.000 espectadores. Esto nos da la forma tan
característica de la plaza, además, nos da una idea del nombre actual, de
Agonalis, se pasó de Agon (pruebas
atléticas) a In Agone y de ahí a Navone.
En 1477, el Papa Sixto IV, trasladó
hasta aquí, desde el Campidoglio, el mercado central, lugar donde permanecería
390 años (posteriormente se trasladó a Campo de Fiori). Esta es una tradición
que se recupera cada Navidad, cuando, desde diciembre, la plaza se llena de
quioscos con figuritas, juguetes y demás productos típicos navideños.
La actual
configuración de la plaza data de 1640, cuando Inocencio X (miembro de la
familia Panphili y cuñado de la inenarrable Donna Olimpia, la cual tiene un curioso “affaire” con el “Pasquino” que
luego contaré, si me acuerdo) trasladó su residencia familiar aquí, un
plan que incluía el palacio, una elaborada fuente y una iglesia… El resultado
fue el Palazzo Pamphili, obra de Girolamo Rainaldi y su hijo Carlo (y que,
actualmente, ocupa la embajada de Brasil), la iglesia de Sant’Agnese in Agone y
la Fontana dei Quattro Fiumi.
Por cierto,
un dato curioso, veréis (no lo veréis, pero yo os lo digo que para eso estoy) ,
la plaza es cóncava y en verano cerraban los aliviaderos de las fuentes por lo
que estas rebosaban de forma que la plaza se convertía en una especie de “gran
piscina” en la que la gente podía refrescarse en los días calurosos… No os
creáis eso que dicen en algunas guias que en esta plaza se realizaban
simulaciones de batallas navales (naumaquias) y tal, eso no es cierto, si que
se celebraban carreras de caballos y alguna que otra competición (no como la
famosa carrera de caballos de Via del Corso, pero…)
La Fontana dei Quattro Fiumi (de los cuatro ríos), diseñada por
Bernini, fue inaugurada en 1651 y costó 29.000 escudos que Inocencio X
consiguió aplicando un impuesto sobre el pan. Sus cuatro gigantes de piedra
representan a los cuatro grandes ríos conocidos por entonces (coincidiendo con
los cuatro puntos cardinales o los cuatro continentes conocidos): el Ganges, el
Nilo, el Plata y el Danubio. Sobre estos y, en una formación imitando una
cavidad rocosa, que da la impresión al espectador de que flota en el aire, un
obelisco Egipcio (llamado Agonale) de
16 metros de altura que perteneció al Circo de Majencio y que fue
encontrado en la Vía Apia.
De todos es
conocida la supuesta rivalidad ente Bernini y Borromini, pues bien, en esta
fuente existe la leyenda de que dicha rivalidad fue llevada a piedra, veréis, la fuente, como ya he
dicho antes, es de Bernini, pero la iglesia que está justo frente a esta es
Sant’Agnese in Agone, de Borromini, supuestamente (según la leyenda, ya digo), Borromini
quería ser el encargo de construir la fuente central, pero Bernini lo ganó,
según se dice, gracias a que supo adular convenientemente a Donna Olimpia (esto
no es cierto, luego lo explicaré), el caso es que cuando Bernini vió la iglesia
criticó a Borromini con que la había recargado tanto que, en cualquier momento,
se colapsaría y se caería y para dejar constancia de esto, diseñó al Orinoco
con la mano extendida hacia la iglesia como diciendo “Dios, esto se me cae
encima en cualquier momento” y al Nilo con una venda en los ojos para no verla
caer…, dice esa misma leyenda que, cuando Borromini vió la expresión de los
“titanes” de la fuente, colocó justo en la parte superior de la iglesia a Santa
Agnese con la mano en el pecho y gesto compungido como diciendo: “No caeré,
nunca caeré…”. Esto es lo que dice la
leyenda, la cuestión es que la fuente se terminó bastante tiempo antes que la
iglesia (la fuente fue terminada en 1651 y la fachada de Santa Agnese se empezó
en 1657), por lo que es imposible que pasara como cuenta la leyenda. No debéis
perderos girar entorno a la fuente y descubrir todos los animales y plantas que
Bernini escondidas entre la masa rocosa, principalmente los siete animales
principales, sin contar con la pequeña paloma que es el símbolo de la familia
Pamphili. Os diré cuales son a ver si dais con todos: León, cocodrilo,
serpiente de mar, caballo, serpiente de tierra, delfín y dragón… Ala, a buscar…
Sant’Agnese
in Agone, Se
cree que la iglesia se construyó sobre un antiguo burdel donde Inés, una
doncella cristiana de 13 años del siglo IV, que no aceptó las proposiciones del
hijo de un oficial romano, fue obligada a desnudarse totalmente. La historia
cuenta que el pelo de Inés creció tanto y tan deprisa que cubrió su desnudez,
tras esto fue martirizada y está enterrada en las catacumbas que llevan su
nombre en la Via Nomentana.
La historia
real de la iglesia es la historia del temperamental Francesco Borromini.
Comenzó a construirse, como ya he dicho, por encargo del Papa Inocencio X en
1652, por los arquitectos Girolamo y Carlo Reinaldi, que fueron sustituidos
(según se dice por “sugerencia” de Donna Olimpia) por Borromini, que mantuvo
poco más o menos el esquema diseñado por los Reinaldi, cambiando la fachada y
dándole el aspecto cóncavo que tiene, diseñando, igualmente, la eliminación del vestíbulo y el edificio a ambos lados de la fachada de dos torres
bajas que no obstruyan la vista la cúpula, apoyada por un alto tambor, que culminó con un farol rodeado por dieciséis columnas.
A la muerte de Inocencio X (7 enero 1655), su sucesor, Alejandro VII estableció una comisión para investigar
los posibles errores de Borromini.
La relación entre el cliente y Borromini se hizo cada vez más difícil y esto le obligó al abandono de la obra. Llamado, nevamente, Carlo Rinaldi para terminar la obra, cambió
el proyecto al hacer cambios significativos en las torres, linterna y
la campana, lo que elimina toda
la fantasía expresada por el Borromini.
No obstante, Donna Olimpia (nuevamente), en 1667 consiguió convencer al maestro
Italo-suizo para que terminara la iglesia.
En
fin, muchas son las cosas que hay que admirar en la plaza y en la zona: El
palazzo Pamphili, Santa Maria della Pace, Sant’Ivo alla Sapienza (increíble obra
de Borromini convinando en sus paredes superficies cóncavas y convexas, se
encuentra en el patio del Palazzo della Sapienza, antigua sede de la
Universidad de Roma). Gran excursión esta para los amantes de la obra de
Borromini…
Pero me gustaría hacer una pequeña parada en una
placita situada junto a Navonna, en Piazza di Pasquino. Es una pequeña plaza
situada al principio de la Via del Governo Vecchio. En una esquina se encuentra
un trozo de mármol que es todo lo que queda de un conjunto escultórico que
representaba la escena de la Iliada de Homero en la que Menelao cubre el cuerpo
muerto de Patroclo… El caso es que queda parte de un busto que, durante años,
estuvo abandonado por las calles medievales y que fue puesto en la esquina en
la que se encuentra ahora, justamente junto a la zapatería de un tal Pasquino,
un tipo muy “locuaz” y que, dado que la libertad de expresión no estaba
permitida en la Roma de los Papas, pues decidió escribir sus críticas y
pegarlas en la estatua. Como es natural, otros romanos no tardaron en imitarlo
y pronto la estatua quedó cubierta de toda clase de críticas sociales que, a pesar de que las autoridades se empeñaban
en limpiar cada día, los ciudadanos pegaban, al amparo de la oscuridad, cada
noche… Esto hizo de la estatua (que desde entonces tomó el nombre del zapatero)
Pasquino, una de las primeras “estatuas parlantes” de Roma, pero no la única
(existen, al menos, cuatro más por toda la ciudad, a saber: Pasquino,
Madama Lucrezia, Marforio, Fuente del Babuino, Abate Luigi, y la pequeña fuente
del Facchino).
Se cuenta que, no sólo los papas y los obispos se convirtieron en las víctimas favoritas
de los pasquines, sino también a las celebridades
de la época, y los líderes de la vida política. Maidalchini Donna Olimpia,
la hermana de Inocencio X y verdadera política en
la sombra en la primera mitad del
siglo XVII (por lo que fue apodada
irónicamente Papa Joan, o peor aún "Pimpaccia"). De ella se decía
que hacía todo lo bueno y todo lo malo que estaba en sus manos para conseguir, por
todos los medios, consolidar su inmensa riqueza. A ella
le fue dedicada la famosa sátira que
con un brillante juego de
palabras en latín, devolvió el nombre
de "Olim-PIA, NUNC-impía"
(En otro tiempo piadosa, ahora impía). A pesar de la promulgación de leyes represivas, con
el riesgo de muerte, los
estudiantes de las universidades cercanas y escritores de los siglos siguió dando lugar a la única y verdadera voz de
la oposición al poder ilimitado de los papas (pasquín celebró
la muerte del Papa Clemente VII, con la exposición de
una caricatura de su médico,
considerado en parte responsable de la
muerte, acompañado de las palabras " que
quita el pecado del mundo").
Os diré, por
cierto, que si os gustan las pizzas, en esta plaza encontraréis uno de los
sitios más auténticos de Roma para poder comerlas, se trata de Baffetto, un lugar de lo más
genuino, con sus mesas corridas compartidas (como es costumbre) y con unas
pizzas geniales. También, pero esto ya en Via del Governo Vechio, se encuentra
otro sitio genial llamado Mimi E Coco,
un lugar genial y familiar para pasar un buen rato (me lo ha recomendado mi
amigo Serafín y lo probaré
en la próxima visita, pero me fio de él y lo recomiendo yo también). Además, en
la misma Plaza Navona hay una de las que, para mi, es de las mejores tiendas de
juguetes que he visto, se llama Al Sogno
y os aconsejo que la visitéis, aunque solo sea para mirar, impresionante la
colección de peluches y la decoración de la tienda en general…
En fin, que
deciros de este trozo de Roma que tanto ha influido en su historia moderna y
que tan difícil es de describir y contar… Solo me remitiré a lo que dije cuando
comencé, no te la puedes perder, si no has andado la plaza y sus alrededores,
no has estado en Roma…