En el
barrio de la Pigna (Rione della Pignia) se encuentra uno de los monumentos
mejor conservados de la Roma clásica. Con casi 1.880 años de antigüedad, se ha
dicho de él que es un “«Diseño angélico y no humano». (Miguel Ángel) o que es “«El más bello recuerdo de la
antigüedad romana. Este templo ha sufrido tan poco, que aparenta estar igual
que en la época de los romanos.» (Stendhal). Construido, inicialmente,
entre el 27 y el 25 antes de Cristo, ha sufrido incendios, reconstrucciones y
saqueos durante siglos, ha sido templo, lugar de reunión, establo, iglesia, tumba ceremonial y sede de la Academia de los Virtuosos de Roma…
Lo cierto es que La Rotonda, como es comúnmente conocido,
sigue siendo un enigma para historiadores y arqueólogos, dado que, obviando su
nombre, se desconoce totalmente cual era su función real y
continúa asombrando su técnica constructiva, sirviendo de inspiración a
multitud de arquitectos: Brunelleschi lo estudió para la construcción
de la cúpula del Duomo de Florencia, Bramante y Miguel Ángel lo recrearon en obras como el Templete de
San Pietro in Montorio o "Il Cupolone" de la Basílica de San Pedro, incluso, durante el neoclasicismo
italiano, Antonio Canova proyectó un templo en Possagno, su ciudad natal,
basándose en este diseño.
Su influencia se deja notar en
Inglaterra y América del Norte, sobre todo gracias a Andrea Palladio, que fue
muy imitado hasta el siglo XIX. Muchas salas cívicas, universidades y
bibliotecas reutilizan la forma de cúpula con pórtico: la iglesia del
cementerio monumental de Staglieno, la Iglesia de San Francisco de Paula en
Nápoles, la villa Capra de Vicenza, la rotonda de Thomas Jefferson de la
Universidad de Virginia, la biblioteca de la Universidad de Columbia, el
edificio principal de la National Gallery de Washington o la Biblioteca del
Estado de Victoria en Melbourne.
Su cúpula mantuvo el récord mundial
de extensión en hormigón hasta la construcción del edificio CNIT en Paris en
1958.
Por
su puesto, me estoy refiriendo, como supongo que muchos habréis adivinado ya al
PANTEON DE AGRIPA
Aunque
el edificio que vemos hoy en día, fue erigido por el emperador Adriano entre
118 y el 125 d.C., este no es más que el
tercer panteón construido en el mismo lugar; el primero, el edificado por Marco
Agripa entre 27 y 25 a.C, como ya dije antes, fue destruido por un incendio en
el 80 d.C. El siguiente fue construido por Domiciano y fue alcanzado por un
rallo en el 110 d.C, y, nuevamente, ardió. Adriano, en su reconstrucción lo
dedicó a su constructor original (no era muy dado Adriano a dedicarse
edificios, al contrario que sus predecesores), lo que explica la inscripción
del frontis: “M. AGRIPPA L. F CONS
TERTIUM FECIT” (Marco Agripa, hijo de Lucio, lo hizo en su tercer
consulado). Por cierto, que la denominación de Panteón no era la oficial del
edificio, la intención de Marco Vipsanio Agrippa (amigo, general y yerno del
emperador Augusto) era la de crear un culto dinástico, probablemente dedicado a
los protectores de la gens Julia: Marte, Venus y el Divus Iulius,
es decir, Julio César divinizado.
La
estructura del edificio comprende dos partes bien diferenciadas, por un lado el
porche frontal y por otro el tambor circular, las cuales comparten un mismo
plinto muy bajo (1,3 m o, lo que es lo mismo 4,5 pies romanos), pero,
arquitectónicamente, se hallan en fuerte contraste… Veréis, el porche pertenece, claramente, a la
tradición clásica de entradas monumentales, con su frontón apoyado en columnas
corintias, fustes monolíticos de granito egipcio, basas y capiteles de mármol
blanco y el exterior cubierto, en su tiempo, de mármol blanco. Por otra parte,
la rotonda (o sea, el tambor
adosado), aunque estuvo cubierto de estuco blanco que le hacía parecer un
edificio de mármol en su exterior, procede del mundo tipicamente romano de
termas y palacios de hormigón.
En
su origen, el contraste no era tan claro como lo es actualmente, ya que el
porche de columnas era el extremo de un gran patio de columnas que,
teóricamente, se extendía más allá de la actual plaza, quizá incluso más allá
de Piazza della Maddalena, con amplias vistas hacia el norte, a través del
Campo de Marte, hasta el Mausoleo de Augusto. No obstante, gran parte de la
rotonda no era visible, dado que estaba bordeada por la Saepta Julia al este (de
la que queda un muro de piedra con nichos rectangulares que se extiende a lo
largo de la Via di Minerva) y por la Basílica de Neptuno por detrás, que, por
cierto, era la entrada original al Panteón (Via della Palombella).
A
pesar de todo, la conexión entre el porche y la rotonda es bastante torpe,
desde el lateral podéis ver como, entre ambas, se levanta una especie de bloque
de transición, con un segundo frontón, cuya esquina exterior queda a la altura
de una de las bandas que recorren el exterior del muro de la rotonda, en tanto
que el frontón delantero no coincide con nada, eso es debido a que, al parecer,
el diseño original planteaba un frontón tan ancho y profundo como el actual,
pero con columnas de más altura en lugar de las actuales. ¿Qué obligó al
cambio?, bueno, pues, probablemente, que traer columnas de 19 metros (60 pies
romanos) de altura desde Egipto puede resultaba bastante complicado
(naufragios, daños en el transporte…), columnas que, por cierto, fueron traídas de una sola pieza, no como era habitual, partidas en varios trozos, en un barco construido al efecto para ello.
Para
imaginar el porche que hoy vemos, hay que hacer uso de nuestra imaginación,
dado que le falta casi la totalidad de los elementos decorativos que, en aquel
tiempo, tenía, como, por ejemplo, el frontón, actualmente vacío, debió de estar
cubierto de aplicaciones de bronce dorado, que, según la pauta de perforaciones
en el mismo, sugieren que debió de ser un águila con las alas extendidas y una
corona de laurel (atributos de Júpiter Imperial). Las ocho columnas del frente
y las dos de los lados eran de granito gris, mientras que las cuatro del centro
eran de granito rosa de Asuán (las que hay actualmente pertenecen a una
restauración del siglo XVII).
Las
vigas del techo del porche se suponen que eran de bronce macizo, pero, en 1626,
el papa Urbano VIII Barberini, aprovechó la oportunidad para quitar todo el bronce y poner el entramado
en madera que hoy vemos, lo que dio lugar a un famoso dicho: “Quod non fecerunt barbari, facerunt Barberini”, o lo que es lo
mismo “lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini”. Total, que
el papa Urbano VIII se apoderó de unas doscientas toneladas de bronce que
utilizó para fundir ochenta cañones para el Castell Sant’Angelo y, lo que
sobró, se lo dió a Bernini para construir el Baldaquino de San Pedro.
La
rotonda tiene un diámetro interior de 43,20 metros, que es igual a la altura
desde el suelo a la linterna circular del techo (óculo), las medidas de la
planta circular son tales que si la cúpula siguiera su línea circular hasta
completar una esfera, esta cabría exactamente dentro del templo y tendríamos
representado el globo celeste reposando en el suelo, por lo tanto la altura del
espacio interior de la cúpula también es de 43,20 metros. Al entrar en la nave
se tiene la sensación de estar en un espacio esférico, como si se entrara
dentro de una bola. El óculo, con un diámetro de 8,8 metros, está abierto al
cielo, lo que permite la entrada de la luz, la lluvia, incluso de los pájaros y
conserva el friso decorativo de bronce laminado de su borde interior (el
exterior de la cúpula estaba, en su día, cubierto de grandes tejas de bronce
laminado que fueron retiradas por el emperador Constancio II). La parte
interior de la cúpula, con sus cinco anillos de veintiocho casetones que disminuyen
de tamaño conforme se acercan al óculo, es posible que también estuvieran
revestidos de bronce, dado que no hay restos de pintura en ellos, pero el
hormigón está salpicado de orificios de sujeciones.
A
pesar de su excepcional estructura, se desconoce que función cumplía el
Panteón. Debido a su nombre, su forma y la decoración del porche, se ha creído
que se trataba de un templo, bien un “templo de todos los dioses” (aunque este
culto no se ha encontrado en Roma) o bien algún tipo de culto a un gobernante.
La ciudad de Roma, al contrario que el resto del imperio, nunca vio bien la
idea de adorar a los emperadores como dioses mientras vivían, pero es posible
que el Panteón ofreciera un sitio en el que el emperador vivo pudiera aparecer
en compañía de los dioses, incluidos sus propios predecesores divinizados. Del
primer Panteón se ha dicho que Agripa lo construyó para honrar a Augusto,
poniendo su nombre al edificio y colocando en él su estatua, pero Augusto
rechazó el honor y una estatua de su divinizado “padre” Julio César, ocupó su
lugar. En el porche se situaron estatuas de Augusto y de Agripa, así como otras
dos estatuas de Marte y Venus, que esta última famosa por sus pendientes, hechos al
cortar en dos la perla que Cleopatra no se comió cuando apostó con Marco
Antonio que era capaz de gastar 10 millones de sestercios en una comida (esto
son leyendas, naturalmente).
Igualmente,
existe una leyenda sobre la construcción de la cúpula, según se dice, para
construir la cúpula se rellenó el interior de arena que servía de apoyo a la
misma, pero, claro, luego, una vez terminada la cúpula, había que retirar toda
la arena y, como se hizo, pues se corrió la voz por Roma de que, entre la
arena, se había escondido gran cantidad de monedas de oro y que solo había que escarbar
para encontrarlas. Como es natural, una multitud de romanos acudió a escarbar
entre la arena y a retirarla para intentar encontrar el famoso tesoro
escondido… Monedas parece ser que no se encontró ninguna, pero la arena fue
retirada en su totalidad, dejando la cúpula limpia y al aire… Como ya he dicho
antes, esto es solo una leyenda.
A
partir del Renacimiento el panteón es utilizado como sede de la Academia de los
Virtuosos de Roma (hoy Insigne
Academia Pontificia de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos del Panteón),
sirviendo de sepulcro a grandes artistas italianos como Rafael (entrando, en el
lateral de la izquierda) o Vignola. En el siglo XVII se añadieron a los lados
del frontón dos campanarios, obra de Bernini, bautizados popularmente como
“orejas de asno”, y eliminados en 1893.
El
rey Víctor Manuel II, su hijo Humberto I y la esposa de este último, Margarita, reposan en una
de las capillas del Panteón. Estas tumbas son mantenidas por voluntarios de
organizaciones monárquicas. Existen continuas polémicas acerca de si deberían
trasladarse los restos, debido al comportamiento de la Casa de Saboya en el
curso de las dos guerras mundiales. Es probable que, si os acercáis, descubráis
a una serie de personas (normalmente dos), vestidas con traje de chaqueta y un
brazalete con el escudo de la casa de Saboya, que “montan guardia” delante de
las tumbas, bien estos son miembros de El Instituto Nacional de la Guardia de Honor de las Tumbas Reales del
Panteón (INGORTP), es una es
una asociación benéfica y sin ánimo de lucro, fundada en 1878 para proveer de
atención a las tumbas de los Reyes de Italia en el Panteón de Roma y
mantener viva la memoria de la Casa Savoya, el Risorgimento, y las
tradiciones militares nacionales italianas.
Yo,
y permitidme que sea un poco fantasioso, siempre he pensado que el Panteón era
una especie de oráculo relacionado con el culto al sol, es decir, dependiendo
de que día del año y en que casetón (que, por supuesto, estaban “forrados” cada
uno de ellos con imágenes representativas de bronce) de la cúpula diera el rayo
de sol, significaría una cosa u otra, pero eso solo pertenece a mi imaginación,
aunque, teniendo en cuenta que no se sabe con exactitud cual era su función…
quien sabe, no?
Respecto
a la plaza que se encuentra delante, la Piazza della Rotonda, que deciros, es
un espectáculo a cualquier hora del día, pero más si cabe, de noche, en que los
músicos ambulantes dan sus conciertos bajo la luz de las farolas de la plaza…
He de confesaros que, una de las últimas veces que estuve (en el 2011), me quedé de piedra
cuando, al llegar a la plaza, escuché unos punteos de guitarra, eran dos
músicos que, acompañados de sus guitarras eléctricas y dos pequeños
amplificadores, estaban tocando “Wish you were here” de Pink Floyd
extraordinariamente bien, no pude por menos que sentarme en los escalones de
entrada al Panteón y disfrutar de aquel momento… Uno de mis temas favoritos en
uno de mis lugares favoritos… Fue una experiencia increíble e inolvidable.
Por
cierto, que justo al lado, en la Via dei Pastini, podréis disfrutar del que,
para mi, es el mejor café de Roma Tazza
D’Oro, un lugar genial en el que, no solo podréis disfrutar de un café,
sino que, también, podréis comprarlo, ya que también tienen tienda y lo venden
al peso… bueno, además de tazas, cafeteras y demás menaje relacionado con el
tema. Aquí si que soy inflexible, ¡HAY
QUE IR A TAZZA D’ORO A TOMARSE, AL MENOS, UN CAFÉ!