miércoles, 27 de marzo de 2013

COLABORACION.- SANTA MARIA SOPRA MINERVA.



             Todo rincón de Roma rezuma historia, es una ciudad mágica e inabarcable precisamente por eso, desde su fundación mitológica por dos hermanos, criados por una loba y que terminaron mal, hasta la Roma habitada por los personajes de Fellini en los alrededores de Via Veneto, que también terminaron mal, todo lo que ocurre en esa ciudad es historia. Todos los que han habitado esa ciudad, independientemente de su lugar de origen, la han hecho especial y han conseguido que cualquier pequeño rincón tenga tantas historias que contar.
 
            Cuando me propuse aportar algo a este blog, hubo una multitud de ideas y de lugares que pasaron por mi cabeza, todos con historias interesantes por descubrir pero hay un sitio, una iglesia, que representa especialmente bien la idea de que cada rincón de Roma es parte de la historia del mundo, es la basílica de Santa María Sopra Minerva.

            Esta situada en la Piazza Minerva, cerca del Panteón y, quizá, por su cercanía con este, algunas veces pasa un poco inadvertida, desluciéndola y haciendo que no sea una de las “primadonnas” de la ciudad.

            Este templo fue edificado sobre un conjunto religioso de tres templos, uno dedicado a Minerva, de ahí su nombre, otro dedicado a Isis y otro a Serapeum, lo que demuestra que construir templos sobre otros anteriores no es una idea muy original. Se supone que estos templos fueron construidos por Pompeyo Magno y su relativa cercanía al antiguo teatro de Pompeyo parece que lo confirma.

            Con el tiempo y el abandono de la vieja religión, el conjunto cayó en el olvido y fue degradándose hasta que fue cedido a los dominicos Fra Sisto Fiorentino Y Fra Ristoro Dei Campi, que trajeron a Roma lo que ya habían estado haciendo en Florencia (Santa Maria Novella) y convirtieron esta basílica, uno de los pocos ejemplos del fugaz gótico italiano, en el centro de reunión de todos los florentinos y por extensión de todos los toscanos que vivían en la ciudad.

            En este lugar se pueden encontrar muchas obras de arte interesantes, aunque me resultó especialmente sorprendente encontrar una estatua del mismísimo Miguel Ángel, el “Cristo Resucitado”, si bien fue terminada por un alumno suyo. También me llamó especialmente la atención su precioso techo pintado de azul y decorado con estrellas, es curioso que esa fuera la decoración de la Capilla Sixtina antes de que Miguel Ángel “metiera mano” al asunto.


            Fue precisamente ese precioso techo lo que más me gustó de ese lugar, pero fue el Pulcino della Minerva lo que más me intrigó. El pulcino no es pollito amarillo que dice “pío” y que, muy romanamente, acaba mal; es un elefante con un obelisco a cuestas y solo los dioses que, caprichosamente, parecen dirigir el dialecto romanesco saben realmente la razón de que terminara llamándose así. Las malas lenguas dicen que lo corto del obelisco que transporta, en relación con otros en Roma, puede explicar que le llamen, traducido libremente “pollito”.

            Esta escultura barroca, como la fachada de la iglesia, recordemos que el resto es gótico, fue diseñada por Bernini y ejecutada por un alumno suyo, por encargo del Papa Alejandro VII, esta inspirada en una obra literaria “El Sueño de Polifino en la disputa del Amor”de Francesco Colomna, en la que el protagonista se encuentra con este animalito transportando el obelisco, seguramente por ser el elefante el que animal que simboliza la fortaleza. El significado de esta curiosa combinación queda claro si leemos la cita de Alejandro VII y que dice:” Se necesita una mente fuerte para sostener un sólido conocimiento”.

            Este Papa, Fabio Chigi (Alejandro VII), antes del cónclave, le encargó a Bernini alguna otra obra como la columnata de la Basílica de San Pedro y la del elefante no fue la primera idea que se propuso para utilizar los dos obeliscos que fueron encontrados en las cercanía del templo y de los que hablaremos luego; un monje dominico propuso poner el obelisco sobre seis pequeñas colinas, en alusión al escudo de los Chigi, y cuatro perros en cada esquina, en alusión a los dominicos, que son conocidos como “los perros de Dios” (Dómini Canis)... por su fidelidad, claro. Sin embargo esta idea fue descartada por Alejandro VII que no buscaba en este caso el autobombo sino ofrecer un monumento a la “Divina Sagezza”.


En cuanto al obelisco, este es uno de los obeliscos egipcios que adornan Roma, este se llama Minerveo (actualmente, en Roma, hay 13 obeliscos y cada uno tiene su nombre), es uno de los más pequeños, en torno a cinco metro y medio y junto con su gemelo fue traído a la ciudad por Diocleciano desde Sais, su hermano esta en Urbino y, como ya hemos dicho, junto decoraban el conjunto sobre el que esta construido esta basílica.

No puedo olvidar, en atención a los muchos vaticanistas que frecuentan este blog, comentar que el Pulcino es vecino de la Academia Pontificia Eclesiástica, o lo que es lo mismo, la escuela diplomática del Vaticano (gracias Luis por este dato) y que ostenta el título de sede cardenalicia desde marzo de 1557, concedido por el papa Pablo VI, siendo su titular actual es el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, Cardenal-Arzobispo emérito de Westminster.

Por Angel Barrionuevo.-

              Me gustaría agradecer a mi hermano esta colaboración, principalmente porque sé en el lio que lo he metido pidiéndoselo, ya que, para él, como para mi y para muchos, hablar de un un solo sitio de Roma le resulta de lo más difícil..., como bien dice él, "son tantos los rincones...". Además, me gustaría agradecerle, sobre todo, que me llevara a mi primera visita por esta nuestra Cittá, Thanks brother, no sabías en el lio en el que te metias, verdad?