Todo rincón de Roma rezuma historia, es una ciudad mágica e
inabarcable precisamente por eso, desde su fundación mitológica por dos
hermanos, criados por una loba y que terminaron mal, hasta la Roma habitada por
los personajes de Fellini en los alrededores de Via Veneto, que también
terminaron mal, todo lo que ocurre en esa ciudad es historia. Todos los que han
habitado esa ciudad, independientemente de su lugar de origen, la han hecho
especial y han conseguido que cualquier pequeño rincón tenga tantas historias
que contar.
Cuando me propuse
aportar algo a este blog, hubo una multitud de ideas y de lugares que pasaron
por mi cabeza, todos con historias interesantes por descubrir pero hay un
sitio, una iglesia, que representa especialmente bien la idea de que cada
rincón de Roma es parte de la historia del mundo, es la basílica de Santa María Sopra Minerva.
Esta situada en
la Piazza Minerva, cerca del Panteón y, quizá, por su cercanía con este,
algunas veces pasa un poco inadvertida, desluciéndola y haciendo que no sea una
de las “primadonnas” de la ciudad.
Este templo fue
edificado sobre un conjunto religioso de tres templos, uno dedicado a Minerva,
de ahí su nombre, otro dedicado a Isis y otro a Serapeum, lo que demuestra que
construir templos sobre otros anteriores no es una idea muy original. Se supone
que estos templos fueron construidos por Pompeyo Magno y su relativa cercanía
al antiguo teatro de Pompeyo parece que lo confirma.
Con el tiempo y
el abandono de la vieja religión, el conjunto cayó en el olvido y fue
degradándose hasta que fue cedido a los dominicos Fra Sisto Fiorentino Y Fra
Ristoro Dei Campi, que trajeron a Roma lo que ya habían estado haciendo en
Florencia (Santa Maria Novella) y convirtieron esta basílica, uno de los pocos
ejemplos del fugaz gótico italiano, en el centro de reunión de todos los
florentinos y por extensión de todos los toscanos que vivían en la ciudad.
En este lugar se
pueden encontrar muchas obras de arte interesantes, aunque me resultó
especialmente sorprendente encontrar una estatua del mismísimo Miguel Ángel, el
“Cristo Resucitado”, si bien fue terminada por un alumno suyo. También me llamó
especialmente la atención su precioso techo pintado de azul y decorado con
estrellas, es curioso que esa fuera la decoración de la Capilla Sixtina antes
de que Miguel Ángel “metiera mano” al asunto.
Fue precisamente
ese precioso techo lo que más me gustó de ese lugar, pero fue el Pulcino della
Minerva lo que más me intrigó. El pulcino no es pollito amarillo que dice “pío”
y que, muy romanamente, acaba mal; es un elefante con un obelisco a cuestas y
solo los dioses que, caprichosamente, parecen dirigir el dialecto romanesco
saben realmente la razón de que terminara llamándose así. Las malas lenguas
dicen que lo corto del obelisco que transporta, en relación con otros en Roma,
puede explicar que le llamen, traducido libremente “pollito”.
Esta escultura
barroca, como la fachada de la iglesia, recordemos que el resto es gótico, fue
diseñada por Bernini y ejecutada por un alumno suyo, por encargo del Papa
Alejandro VII, esta inspirada en una obra literaria “El Sueño de Polifino en la
disputa del Amor”de Francesco Colomna, en la que el protagonista se encuentra
con este animalito transportando el obelisco, seguramente por ser el elefante
el que animal que simboliza la fortaleza. El significado de esta curiosa
combinación queda claro si leemos la cita de Alejandro VII y que dice:” Se
necesita una mente fuerte para sostener un sólido conocimiento”.
Este Papa, Fabio
Chigi (Alejandro VII), antes del cónclave, le encargó a Bernini alguna otra
obra como la columnata de la Basílica de San Pedro y la del elefante no fue la
primera idea que se propuso para utilizar los dos obeliscos que fueron
encontrados en las cercanía del templo y de los que hablaremos luego; un monje
dominico propuso poner el obelisco sobre seis pequeñas colinas, en alusión al
escudo de los Chigi, y cuatro perros en cada esquina, en alusión a los
dominicos, que son conocidos como “los
perros de Dios” (Dómini Canis)...
por su fidelidad, claro. Sin embargo esta idea fue descartada por Alejandro VII
que no buscaba en este caso el autobombo sino ofrecer un monumento a la “Divina
Sagezza”.
En cuanto al obelisco, este es uno de los obeliscos egipcios que
adornan Roma, este se llama Minerveo (actualmente,
en Roma, hay 13 obeliscos y cada uno tiene su nombre), es uno de los más
pequeños, en torno a cinco metro y medio y junto con su gemelo fue traído a la
ciudad por Diocleciano desde Sais, su hermano esta en Urbino y, como ya hemos
dicho, junto decoraban el conjunto sobre el que esta construido esta basílica.
No puedo olvidar, en atención a los muchos vaticanistas que
frecuentan este blog, comentar que el Pulcino es vecino de la Academia
Pontificia Eclesiástica, o lo que es lo mismo, la escuela diplomática del
Vaticano (gracias Luis por este dato) y que ostenta el título de sede cardenalicia
desde marzo de 1557, concedido por el papa Pablo VI, siendo su titular actual
es el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, Cardenal-Arzobispo emérito de
Westminster.
Por Angel Barrionuevo.-
Me gustaría agradecer a mi hermano esta colaboración, principalmente porque sé en el lio que lo he metido pidiéndoselo, ya que, para él, como para mi y para muchos, hablar de un un solo sitio de Roma le resulta de lo más difícil..., como bien dice él, "son tantos los rincones...". Además, me gustaría agradecerle, sobre todo, que me llevara a mi primera visita por esta nuestra Cittá, Thanks brother, no sabías en el lio en el que te metias, verdad?