3ª PARTE.-
Una de las pegas que tiene Roma, como ya he
comentado alguna vez, es que amanece una hora más temprano. Esto quiere decir
que, a eso de las 6,30 de la mañana ya es de día, lo que nos lleva a que, a las
7 de la mañana, te entra el sol por la ventana como si fueran las 10 de la
mañana, lo que te produce un cierto “descoloque” horario… Yo que, como las
gallinas, en cuanto que sale el sol ya estoy despierto (no soy de mucho dormir,
lo reconozco, en cuatro o cinco horas de sueño encuentro más descanso que
muchos en diez), me encontraba dando saltos en la cama a esas horas, lo que me
permitía aprovechar mucho cada día…
Como
he dicho, normalmente, a las 7 de la mañana estaba ya en pie, una duchita, un
cafelito recién hecho (no agradeceré bastante a la dueña del apartamento que me
proporcionara café y una pequeña cafetera tipo italiano), un último repaso al
plan para el día y a la calle!.
Creo que ya he comentado que, en este
viaje, he realizado lo que considero uno de los mejores descubrimientos de
Roma, se llama Sant’EustachioIl Caffe, sin lugar a dudas el mejor café que he probado en mi vida y, si
bien es cierto que, es una cafetería pequeña y, normalmente, llena de gente, a
las 8 de la mañana solo estaba yo y los tres camareros que atienden (dos a las
cafeteras y uno a la caja), de forma que puede uno disfrutar con tranquilidad.
Como curiosidad, os contaré que las dos cafeteras que tienen están de espaldas
a la gente, según cuentan, para que no se sepa que mezcla usas y como lo hacen,
yo no se si eso será verdad o no (de hecho, en la misma cafetería te venden
café al peso, además de diversos adminículos relacionados con el mundo del
café, tazas, pequeñas cafeteras, juegos completos de café, incluso galletas y
pastas), lo que si es cierto es que tomarse en este sitio un “espresso dopio” o
como le dicen ellos “gran espresso” es casi una experiencia mística (eso si, te
cascan 2,60 euros) y si te gusta el café, ya es decir mucho esto, pero ver
como, en una tacita son capaces de meter la mitad de café y la mitad de espuma
en un café sin leche, el olor que desprende, el sabor (por cierto, te
preguntarán antes de hacerlo “con zuchero o sensa zuchero?”, ya a gusto de cada
uno, a mi el café, como decía Talleyran “El café deber ser caliente como el
infierno, negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el amor”, así
que, siempre, con zuchero), en fin, CITA OBLIGADA, eso si, como ya he dicho, a
primera hora es más fácil disfrutar del café con tranquilidad…
Después
de un buen café (yo no suelo desayunar nada sólido, me resulta imposible comer
a primera hora de la mañana…), iba siendo hora de acudir a mis dos citas
obligadas de hoy y que venía previstas desde España, así que, me dirigí,
tranquilamente, eso si, hacia el Campidoglio.
Quizá tendría que aclarar antes un
par de cosillas, verás, yo no soy una persona muy religiosa (bueno, para que
engañarnos, nada realmente), pero me gusta respetar las tradiciones e incluso
cumplir con alguna de ellas, aunque sean estrafalarias (como ejemplo te contaré
que mi primer baño en el mar de cada año va precedido de una corta oración al
Padre Neptuno y cada visita que hago a Roma, antes de empezar a visitar
monumentos, paso por el Area Sacra y murmuro una pequeña oración a Jupiter por
el alma de Cesar… yo soy así, tampoco puedo evitar pasar por delante de un
altar mayor y santiguarme…), no es que crea en los malos augurios ni nada de
esto, es simplemente unos rituales que tengo asimilados y que me gusta cumplir.
El primero de ellos es ir a Largo Argentina y, junto al Area Sacra, recitar una
pequeña oración (inventada por mi, claro, no se que conste ninguna oficial) a
Júpiter por el alma de Caio Iulio Cesar, siempre desde la zona peatonal y
mirando en dirección al Teatro Argentina. Supongo que ya lo sabrás, pero en ese
sitio se encontraba el Teatro de Pompeyo, así como la Curia Pompeyana, lugar en
el que se iban a reunir el Senado Romano, de forma accidental, ya que la Curia
del Foro había sufrido daños y estaba siendo reparada, en los ya famosos Idus
de Marzo del año 44 AC…, pero eso hablaremos ahora después.
Bien,
veamos, hay muchas formas de llegar desde el Panteón hasta la Piazza del
Campidoglio, que era mi destino, pero, como ya he dicho antes, uno tiene sus
manías y a mi, particularmente, me gusta bajar por Santa María Sopra Minerva
(lateral izquierdo del Panteón, Via di Minerva), admirar lo que queda de uno de
los muros de la Saepta Julia (esto es una reconstrucción),
edificio planificado por Julio Cesar, aunque fue construido por Marco Vipsanio Agripa y que,
entre otras, tenía la función fundamental, durante la república, como lugar de
votación, aunque más tarde, en la época de Augusto, Calígula o Claudio, se usó
como recinto para luchas de gladiadores, sede de los Juegos Seculares e,
incluso, como mercado… Lo que daban de sí los edificios romanos.
Bajar
desde Piazza della Rotonda hasta Largo di Torre Argentina, a través de Via di
Minerva, es uno de esos pequeños placeres (digo pequeño porque el recorrido es
corto) que ofrece Roma. Pero, hay tanta historia comprimida en este pequeño
recorrido que es inevitable sentirse un poco intimidado… Por cierto, por
curiosidad, puedes echar un vistazo a las tiendas de “moda religiosa” que hay
en esta calle, de hecho, aquí tienen su establecimiento los hermanos Barbiconi
(Christiana, Gabriele y Francesco), Barbiconi llevan vistiendo a los miembros
de la curia desde allá por 1.900, así que…, ahora bien, parece que actualmente,
Sus Eminencias prefieren acudir a Borgo Pio, a casa de Raniero Mancinelli, cosa
de las modas, no?. En cualquier caso, es muy curioso echar un vistacillo…
En
fin, que, llegamos a Largo de Torre Argentina o, como común mente es conocida,
al Area Sacra y aquí, si se me permite, voy a hacer una pequeña parada para
hacer una cortita explicación de lo que puedes ver en esta área arqueológica,
porque es bastante interesante, no solo porque aquí sea, realmente, donde le
dieron a Julio Cesar las 23 puñaladas que lo mandaron a cruzar la Estigia en
compañía del amigo Caronte (por cierto, de las 23 que le dieron, solo una le
mató, la segunda, en el torax, según manifestaciones de Suetónio)
Este es uno de esos sitios especiales que
tengo en Roma, no ya solo por la genial librería que hay en la esquina con Via
di Largo Argentina, “La Feltrinelli”, en la que me gusta realizar recorridos
exploratorios en busca de música italiana, cine y algún que otro libro, o por
mi querido “Il Delfino”, sitio genial para hacer una paradita y comerse un
bocata o un trozo de Pizza con alguna bebida a un precio más que aceptable
(también tienen self-service…), aunque siempre esté llena de turistas
hambrientos…, sino por el Area Sacra en si… Bien, situándonos junto a la torre
en si (llamada “torre del Papitto” ya que fue contruida, según la tradición,
por Anacleto II, un antipapa bastante bajito, al parecer) y mirando hacia el
Teatro Argentina, nos encontramos con varios restos, principalmente, es lo que
más nos llamará la atención, con cuatro templos de la época republicana,
denominados actualmente como (ojo con la imaginación de los arqueólogos…), de
derecha a izquierda, Tempos A, B, C y D, de los cuales mejor no explico nada
porque sería árduo, largo y, probablemente, especulativo, dado que, ni los
historiadores consiguen ponerse de acuerdo sobre a quién estaban dedicados… Lo
que más nos interesa son los restos que hay tras estos cuatro templos, justo
pegando (incluso debajo, aún), del otro lado del Area. Estos restos
corresponden a la Curia de Pompeyo, que, como ya he explicado más arriba, es
donde, históricamente hablando, fue apuñalado Julio Cesar…
(En
el gráfico que hay junto a este párrafo podréis ver los templos A, B, C y D,
así como, según la numeración: 1. Portico de Minuncia Furmentaria. 2.
Ecatostylum o porche de las cien columnas. 3. Curia de Pompeyo. 4 y 5. Retretes
públicos de la era imperial. 6. Oficinas y depósitos de la era imperial)
Además
de todo esto, también podréis comprobar que hay gran cantidad de gatos… El tema
de los gatos es muy curioso en Roma, es una de las ciudades de Europa en la que
más gatos he visto, es más, tienen su propia raza, el “Gato Romano” y,
precisamente allí, se encuentra la sede de una asociación que se encarga de
cuidarlos y alimentarlos (se puede acceder desde las escaleras que encontrareis
en el lado derecho de la plaza, mirando desde el lugar en que nos encontramos,
claro).
Es
curioso, he visto esta plaza casi de todas formas, de día, de noche, con sol y
calor, con frio, con día nublado… pero como más me ha impresionado (no se si
impresionado sería la palabra exacta) es en un día de lluvia. De pie, mientras
me caía el agua por la cara y veía a la gente correr para resguardarse de la
lluvia, vi llorar a las piedras… me encontraba solo, frente a la barandilla de
metacrilato y metal, con la única compañía de un gato gris y blanco que,
sentado bajo un banco de piedra, me miraba atentamente, supongo que pensando lo
extraños que somos los humanos…fue una experiencia realmente sobrecogedora, no
sabría explicar a ciencia cierta por qué, pero plantado en aquel lugar, con la
única compañía de mi amigo, el extrañado gato bajo el banco, me invadió una indescriptible
sensación de angustia y tristeza, imaginaciones mías, seguro, pero el agua caía
por las columnas que aún quedan en pie, lentamente, llorando hasta el suelo…