martes, 30 de julio de 2013

DIARIO DE VIAJE. CASI CUATRO DIAS SOLO POR ROMA



          3ª PARTE.-


               Una de las pegas que tiene Roma, como ya he comentado alguna vez, es que amanece una hora más temprano. Esto quiere decir que, a eso de las 6,30 de la mañana ya es de día, lo que nos lleva a que, a las 7 de la mañana, te entra el sol por la ventana como si fueran las 10 de la mañana, lo que te produce un cierto “descoloque” horario… Yo que, como las gallinas, en cuanto que sale el sol ya estoy despierto (no soy de mucho dormir, lo reconozco, en cuatro o cinco horas de sueño encuentro más descanso que muchos en diez), me encontraba dando saltos en la cama a esas horas, lo que me permitía aprovechar mucho cada día…

                        Como he dicho, normalmente, a las 7 de la mañana estaba ya en pie, una duchita, un cafelito recién hecho (no agradeceré bastante a la dueña del apartamento que me proporcionara café y una pequeña cafetera tipo italiano), un último repaso al plan para el día y a la calle!.
          
 
Creo que ya he comentado que, en este viaje, he realizado lo que considero uno de los mejores descubrimientos de Roma, se llama Sant’EustachioIl Caffe, sin lugar a dudas el mejor café que he probado en mi vida y, si bien es cierto que, es una cafetería pequeña y, normalmente, llena de gente, a las 8 de la mañana solo estaba yo y los tres camareros que atienden (dos a las cafeteras y uno a la caja), de forma que puede uno disfrutar con tranquilidad. Como curiosidad, os contaré que las dos cafeteras que tienen están de espaldas a la gente, según cuentan, para que no se sepa que mezcla usas y como lo hacen, yo no se si eso será verdad o no (de hecho, en la misma cafetería te venden café al peso, además de diversos adminículos relacionados con el mundo del café, tazas, pequeñas cafeteras, juegos completos de café, incluso galletas y pastas), lo que si es cierto es que tomarse en este sitio un “espresso dopio” o como le dicen ellos “gran espresso” es casi una experiencia mística (eso si, te cascan 2,60 euros) y si te gusta el café, ya es decir mucho esto, pero ver como, en una tacita son capaces de meter la mitad de café y la mitad de espuma en un café sin leche, el olor que desprende, el sabor (por cierto, te preguntarán antes de hacerlo “con zuchero o sensa zuchero?”, ya a gusto de cada uno, a mi el café, como decía Talleyran “El café deber ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el amor”, así que, siempre, con zuchero), en fin, CITA OBLIGADA, eso si, como ya he dicho, a primera hora es más fácil disfrutar del café con tranquilidad…


            Después de un buen café (yo no suelo desayunar nada sólido, me resulta imposible comer a primera hora de la mañana…), iba siendo hora de acudir a mis dos citas obligadas de hoy y que venía previstas desde España, así que, me dirigí, tranquilamente, eso si, hacia el Campidoglio.

            Quizá tendría que aclarar antes un par de cosillas, verás, yo no soy una persona muy religiosa (bueno, para que engañarnos, nada realmente), pero me gusta respetar las tradiciones e incluso cumplir con alguna de ellas, aunque sean estrafalarias (como ejemplo te contaré que mi primer baño en el mar de cada año va precedido de una corta oración al Padre Neptuno y cada visita que hago a Roma, antes de empezar a visitar monumentos, paso por el Area Sacra y murmuro una pequeña oración a Jupiter por el alma de Cesar… yo soy así, tampoco puedo evitar pasar por delante de un altar mayor y santiguarme…), no es que crea en los malos augurios ni nada de esto, es simplemente unos rituales que tengo asimilados y que me gusta cumplir. El primero de ellos es ir a Largo Argentina y, junto al Area Sacra, recitar una pequeña oración (inventada por mi, claro, no se que conste ninguna oficial) a Júpiter por el alma de Caio Iulio Cesar, siempre desde la zona peatonal y mirando en dirección al Teatro Argentina. Supongo que ya lo sabrás, pero en ese sitio se encontraba el Teatro de Pompeyo, así como la Curia Pompeyana, lugar en el que se iban a reunir el Senado Romano, de forma accidental, ya que la Curia del Foro había sufrido daños y estaba siendo reparada, en los ya famosos Idus de Marzo del año 44 AC…, pero eso hablaremos ahora después.


            Bien, veamos, hay muchas formas de llegar desde el Panteón hasta la Piazza del Campidoglio, que era mi destino, pero, como ya he dicho antes, uno tiene sus manías y a mi, particularmente, me gusta bajar por Santa María Sopra Minerva (lateral izquierdo del Panteón, Via di Minerva), admirar lo que queda de uno de los muros de la Saepta Julia (esto es una reconstrucción), edificio planificado por Julio Cesar, aunque fue  construido por Marco Vipsanio Agripa y que, entre otras, tenía la función fundamental, durante la república, como lugar de votación, aunque más tarde, en la época de Augusto, Calígula o Claudio, se usó como recinto para luchas de gladiadores, sede de los Juegos Seculares e, incluso, como mercado… Lo que daban de sí los edificios romanos.

            Bajar desde Piazza della Rotonda hasta Largo di Torre Argentina, a través de Via di Minerva, es uno de esos pequeños placeres (digo pequeño porque el recorrido es corto) que ofrece Roma. Pero, hay tanta historia comprimida en este pequeño recorrido que es inevitable sentirse un poco intimidado… Por cierto, por curiosidad, puedes echar un vistazo a las tiendas de “moda religiosa” que hay en esta calle, de hecho, aquí tienen su establecimiento los hermanos Barbiconi (Christiana, Gabriele y Francesco), Barbiconi llevan vistiendo a los miembros de la curia desde allá por 1.900, así que…, ahora bien, parece que actualmente, Sus Eminencias prefieren acudir a Borgo Pio, a casa de Raniero Mancinelli, cosa de las modas, no?. En cualquier caso, es muy curioso echar un vistacillo…



            En fin, que, llegamos a Largo de Torre Argentina o, como común mente es conocida, al Area Sacra y aquí, si se me permite, voy a hacer una pequeña parada para hacer una cortita explicación de lo que puedes ver en esta área arqueológica, porque es bastante interesante, no solo porque aquí sea, realmente, donde le dieron a Julio Cesar las 23 puñaladas que lo mandaron a cruzar la Estigia en compañía del amigo Caronte (por cierto, de las 23 que le dieron, solo una le mató, la segunda, en el torax, según manifestaciones de Suetónio)
             Este es uno de esos sitios especiales que tengo en Roma, no ya solo por la genial librería que hay en la esquina con Via di Largo Argentina, “La Feltrinelli”, en la que me gusta realizar recorridos exploratorios en busca de música italiana, cine y algún que otro libro, o por mi querido “Il Delfino”, sitio genial para hacer una paradita y comerse un bocata o un trozo de Pizza con alguna bebida a un precio más que aceptable (también tienen self-service…), aunque siempre esté llena de turistas hambrientos…, sino por el Area Sacra en si… Bien, situándonos junto a la torre en si (llamada “torre del Papitto” ya que fue contruida, según la tradición, por Anacleto II, un antipapa bastante bajito, al parecer) y mirando hacia el Teatro Argentina, nos encontramos con varios restos, principalmente, es lo que más nos llamará la atención, con cuatro templos de la época republicana, denominados actualmente como (ojo con la imaginación de los arqueólogos…), de derecha a izquierda, Tempos A, B, C y D, de los cuales mejor no explico nada porque sería árduo, largo y, probablemente, especulativo, dado que, ni los historiadores consiguen ponerse de acuerdo sobre a quién estaban dedicados… Lo que más nos interesa son los restos que hay tras estos cuatro templos, justo pegando (incluso debajo, aún), del otro lado del Area. Estos restos corresponden a la Curia de Pompeyo, que, como ya he explicado más arriba, es donde, históricamente hablando, fue apuñalado Julio Cesar…


            (En el gráfico que hay junto a este párrafo podréis ver los templos A, B, C y D, así como, según la numeración: 1. Portico de Minuncia Furmentaria. 2. Ecatostylum o porche de las cien columnas. 3. Curia de Pompeyo. 4 y 5. Retretes públicos de la era imperial. 6. Oficinas y depósitos de la era imperial)
            Además de todo esto, también podréis comprobar que hay gran cantidad de gatos… El tema de los gatos es muy curioso en Roma, es una de las ciudades de Europa en la que más gatos he visto, es más, tienen su propia raza, el “Gato Romano” y, precisamente allí, se encuentra la sede de una asociación que se encarga de cuidarlos y alimentarlos (se puede acceder desde las escaleras que encontrareis en el lado derecho de la plaza, mirando desde el lugar en que nos encontramos, claro).


            Es curioso, he visto esta plaza casi de todas formas, de día, de noche, con sol y calor, con frio, con día nublado… pero como más me ha impresionado (no se si impresionado sería la palabra exacta) es en un día de lluvia. De pie, mientras me caía el agua por la cara y veía a la gente correr para resguardarse de la lluvia, vi llorar a las piedras… me encontraba solo, frente a la barandilla de metacrilato y metal, con la única compañía de un gato gris y blanco que, sentado bajo un banco de piedra, me miraba atentamente, supongo que pensando lo extraños que somos los humanos…fue una experiencia realmente sobrecogedora, no sabría explicar a ciencia cierta por qué, pero plantado en aquel lugar, con la única compañía de mi amigo, el extrañado gato bajo el banco, me invadió una indescriptible sensación de angustia y tristeza, imaginaciones mías, seguro, pero el agua caía por las columnas que aún quedan en pie, lentamente, llorando hasta el suelo…