Historias en Roma hay cientos, de
misterio, de amores, de desamores, de terror, cómicas… Hoy vamos a hacer una
parada y a contar una historia de esas que pasan a la leyenda y termina
mezclando lo inventado con lo real, de esas que, para desgracia, suelen pasar
desapercibidas para los turistas y visitantes. El lugar, una esquina de Plaza
de Venecia con Via del Corso, como veréis es un sitio muy transitado, un lugar
de paso obligado para casi todo el mundo, pero, como ya he dicho en más de una
ocasión, en Roma, la gente tiende a mirar hacia abajo y hacia adelante, nunca
suelen levantar la vista y, en esta ocasión, hay que hacerlo, hay que levantar
la vista hasta un balcón de un edificio, un balcón con una curiosa celosía
verde que cubre toda una esquina de la primera planta del hoy llamado Palazzo Misciatelli, antes conocido como
Palazzo Bonaparte…
El edificio, construido entre 1557 y
1677 por el arquitecto Giovanni Antonio de Rossi para el marqués Giuseppe
Benedetto, fue vendido por este en 1619 a la familia Rinuccini (nombre con el
que, durante un tiempo, fue conocido el palazzo), hasta que fue vendido en 1818
a Madame Maria
Letizia Ramolino Bonaparte, madre de Napoleón Bonaparte.
La vida de Madama Letizia (como le
gustaba que la llamaran sus amigos más íntimos) es absolutamente de novela
historia, si tenéis un ratito, os aconsejo que sigáis el vínculo que os he
puesto y leáis el artículo de Wikipedia (aunque escaso es muy interesante), pero
puede daros una idea bastante aproximada de esta genial y gran mujer, de su
historia y de cómo la vivió. Yo, por mi parte, me limitaré a contaros una
pequeña historia sobre la madama Letizia y sus últimos días en Roma.
Tras la derrota de su hijo Napoleón
y su posterior exilio en Santa Elena, Letízia Ramolino solicitó permiso al Papa Pio VI para fijar su residencia en Roma, a la que tanto amaba y, en 1818 la familia
Ranuccini accedió a venderle su palacio en la esquina de Via del Corso con
plaza de Venecia, desde donde podía ir andando fácilmente no solo al foro
romano y al Coliseo (sus favoritos), sino también a las tiendas y cafés del centro
de la ciudad.
La casa tenía nueve salas (en la
principal se conserva todavía la estatua de Napoleón representado como un
pacificador). A las pinturas, decoraciones y estucos, típicos del siglo XVIII
que ya caracterizaban el palacio, Madama Letizia añadió, posteriormente,
varias chimeneas de mármol y mandó rehacer todos los suelos.
En esta casa Letizia Ramolino vivió en compañía de dos mujeres
pertenecientes a la nobleza romana, Madame Sartriouville y Rosa Mellini, con
las cuales amaba comentar las noticias políticas, hablar de arte y leer. Entre
las curiosidades que se cuentan de Madama Letizia, se dice que adoraba jugar al
billar, al que se aficionó después de que su médico personal le dijera que era
perfecto para hacer un poco de ejercicio…
En 1830, mientras daba uno de sus
paseos con sus amigas, se cayó en Viale di Villa Paolina, rompiéndose el fémur,
poco tiempo después comenzó a perder la vista (hay quien dice que su caída se
debió precisamente a que ya veía más bien poco), desde entonces Madama Letizia
decidió no volver a salir de su residencia nunca más y mandó construir la
estructura de madera cubriendo totalmente el balcón. Esta estructura le
permitía sentarse en él a escuchar a la gente pasar por via del Corso o plaza
de Venecia sin ser vista, en él pasaba el tiempo pidiendo a sus amigas que le
describieran, con todos los detalles posibles, lo que hacía la gente que pasaba
por la calle o por la plaza y, sobre todo, si alguno se paraba a mirar hacia
arriba, en dirección al balcón.
Después de pasar casi seis años así,
cansada de la vida y de su enfermedad, Madama Letizia murió el 2 de febrero de
1.836.
El edificio fue vendido por la
familia Bonaparte en 1905 y desde 1972 es propiedad de Assitalia, una compañía de seguros.
Gracias, Luis, por llevarnos hasta este rincón de Roma y acercarnos a Madama Letizia. ¡Cuántas historias y vidas en cada esquina de la ciudad! Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti por honrarme con tu presencia y tu comentario...
ResponderEliminarComo bien sabrás, amigo, decía Cicerón: "Historia magistra vitae et testis temporum" y que razón tenía y sigue teniendo a pesar del transcurrir de los siglos... Un abrazo.
Conocía la historia del balcón, pero no esos detalles de la vida de Madame Letizia. Roma está llena de historias fascinantes.
ResponderEliminarEspero que el sábado, en Granada, podamos charlar un buen rato. Un abrazo y hasta pronto.
Seguro que nos veremos!, será un auténtico placer para mi aprender de una maestra como tu y compartir un rato de charla... Nos vemos.
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