En este
viaje no tenía previsto nada especial, bueno, exceptuando la Domus Aurea, de la
que tenía entrada reservada, pero, digamos, que no era ese el motivo principal,
era solo un aliciente más para volver. No tenía nada previsto en particular, de
hecho, en este viaje no he pasado por San Pedro, no he ido a Castell
Sant'Angelo y, casi ni vi la Fontana de Trevi, es más, hasta el segundo día, ni
tan siquiera pisé el centro de la Ciudad...
Pretendía vagar un poco por otras
zonas quizá menos transitadas de turistas y, no por ello, menos interesantes,
aunque, al final, descubrí que hay muy pocas zonas que los turistas no tengan
en su punto de mira, la pena es que, la mayoría de las veces, pasan por los sitios
sin apenas fijarse en lo que tienen a la vista, van con el ojo puesto en la
meta y no disfrutan del camino que les lleva hasta esa meta. En mi caso, me
fijé para los primeros días, una meta, ir de tal a tal lado fijándome en el
camino que seguía.
Como es natural, tenía un pequeño
plan prefijado de cual iba a ser ese “de tal a tal lado”, un esbozo de lo que
quería visitar, pero, como ya he dicho, me interesaba más como y por dónde
llegar a la meta que llegar en sí, total, tenía todo el tiempo que quisiera
para hacerlo.
Como dice el gran José Antonio Rios Gonzalez en su libro (el cual recomiendo a cualquier amante de Roma) "Roma, andar y ver.": "Andar... Pasear sin prisas... Callejear empapándose de la ciudad... Detenerse en una plaza, sentarse ante un cuadro, olvidarse en ese momento de que existe el resto. No se puede pretender hacerse con Roma de una sola vez. Es inútil. Y no por sus excesivas distancias, sino por su absoluta abundancia".
Así comenzó o, mejor dicho,
continuó, esta odisea. Como siempre en un aeropuerto, esperando un embarque y
deseando llegar.
Contaba con que en Roma amanece una
hora antes que en España y anochece una hora antes, lógicamente, de forma que ya
sabía que, cuando el avión arribara al aeropuerto, a eso de las 18,30 o 19,00
horas de la tarde, sería noche cerrada ya... no me gusta llegar a un sitio de
noche, a ningún sitio... no es solo por una cuestión de seguridad, mi propia
seguridad, es más bien por un pequeño defecto que tengo en la vista desde
siempre, consistente en que no veo nada bien en las horas nocturnas, me
deslumbran todas las luces y eso me crea una inseguridad extra. No obstante,
esta vez, contaba con esto, dado que el avión partía del aeropuerto de Málaga a
las 15,30 horas y la llegada a Fiumicino, como ya he dicho, estaba prevista
para las 18,30 horas. Después había que coger el tren hasta Termini (31 minutos
exactos, esto si que fue una agradable sorpresa para mi) y, una vez en Roma
Ciudad, tenía que encontrar el apartamento, cosa bastante fácil, dado que, como
en cada uno de mis viajes (algo que aconsejo siempre a todo el mundo que viaja
a cualquier parte), ya había hecho un recorrido “virtual” desde la estación a
Via Baccina, que es donde se encontraba. Fácil, bajar por Via Cavour, al llegar
a Santa Maria Maggiore, torcer a la derecha y continuar por Via Panisperna
hasta Via dei Serpenti y, justo en frente de Piazza della Madonna dei Monti está Baccina (me suena mucho esta calle...
y no caigo...).
Lo que yo no imaginaba es la vida
nocturna que tiene Monti. Cuando llegé a la Piazza della Madonna, tenía que
esperar un ratito a que me vinieran a dar las llaves del apartamento, me
sorprendió ver la cantidad de gente joven que había por los bares de Panisperna
y de la propia Piazza, siempre había pensado que la “marcha” estaba o bien en
Trastevere o bien en Testacio, parece que me equivoqué... Luego me comentó mi
amigo Alberto que este ha sido siempre un sitio al que acude mucha gente a
cenar y tomar alguna copa que otra, pero que últimamente, se está poniendo de
moda...
Hay algo, un “sucedido”, que me vino fastidiando durante toda la estancia,
dado el lugar donde se encontraba el apartamento y por el que, como es normal,
salía a cenar cada noche. La primera vez que llegué me llamó mucho la atención
la cantidad de tráfico que congestionaba la Via dei Serpenti, pero, dado que
Roma es un caos de tráfico en sí misma, no me sorprendió excesivamente, al
preguntarle al amable empleado de la empresa que me había alquilado el
apartamento (digo amable sin ningún tipo de “retintín”, que era amable el
hombre, un poco estresado, pero amable), me comentó que no era normal este
atasco y que era probable que se debiera a “il film americano...”. Me
encanta como dicen los romanos “americano”... siempre que lo oigo me acuerdo de
la peli de Sordi “Un americano a Roma”... es un “americano” arrastrado, casi
con “g” en lugar de con “c”, me encanta... Bueno, pues el “film amerigano” en
concreto no era otro que la última aventura del incombustible James Bond, que
al hombre no se le ha ocurrido otra cosa que tomar como telón de fondo para sus
correrías a la propia Roma, y durante
toda mi estancia, concretamente en Monti. Ya había estado por el Tiber, por el
Trastevere y por el Coliseo , por cierto, dicen que los famosos “sampietrinis”
causaron estragos en la suspensión del famosísimo Aston Martin que, como buen
inglés, no estaba preparado para los rigores mediterraneos y, específicamente,
romanos en cuanto a calzadas... estos bárbaros, hijos de la pérfida Albión, nunca
han sabido disfrutar de los beneficios de la civilización, ya desde los tiempos
del Divino Julio dieron muestras de clara disconformidad...
En fin, que, como ya he dicho,
mientras esperaba al empleado de la empresa, decidí sentarme y relajarme un
momento del estrés de la llegada con una buena Nastro Azzurra, así que, me
senté en una terraza de la Piazza, concretamente (lo digo para información de
todos) en un sitio llamado La
Bottega del Caffè, un sitio bastante concurrido y muy interesante en la misma
Piazza della Madonna dei Monti, un poco caro, quizá (me cobraron seis euros por
una cerveza), pero casi cené con la tapa que pusieron (si, tapa), de forma que,
estrenando mis nuevos y mejorados conocimientos de italiano, me dirigí al
camarero y, aparentando la normalidad del que lo hace habitualmente, le planté
un “scusi, vorrei una birra, per cortesia...”, el tipo que debió de
verme venir (no se como lo hacen, quiero pensar que fue mi acento), me preguntó
en un español muy correcto “¿italiana
o de importación?”..., mi gozo en un pozo, jamás podré conseguir pasar por
un romanito más, no hay forma..., así que, con toda la naturalidad que mi
dañado ego me permitía, le contesté “no, una Nastro mismo”, a hacer puñetas
mi confianza en mis nuevas dotes lingüisticas... No obstante, como más adelante
tendría oportunidad de ver, mi conocimiento del italiano ha mejorado
considerablemente desde mi última visita, he de reconocer que gracias a mi
empeño diario y a la paciencia que mi querida Profesoressa Benedetta
pone en mi instrucción.
La mejor forma de empezar bien un
día es empezarlo pronto, así que, dado que eran ya las 9,30 de la noche y, para
que engañarnos, hacía un frio en la calle bastante considerable, decidí dar por
terminada la jornada y, como el apartamento tenía wifi, dediqué unos minutos a
mandar toda suerte de mensajes de whatsapp a la familia comunicando mi llegada
sin percances, tras lo cual, como marca la norma, el sitio/apartamento requería
la normal ronda de investigación... vamos, quién al llegar a un hotel o un
apartamento alquilado no ha dado una de estas vueltas para ver que hay y que se
ve desde las ventanas y, dado nuestro carácter de españoles, poniendo pegas a
esto o a lo otro: “Pues en las fotos salía mejor...”, en mi caso las
pegas fueron escasas y la mayoría se centraban en que era un tercer piso, de
los antiguos y sin ascensor, lo que hacía que cada “ascenso” al apartamento
fuera como hacer cumbre en el Anapurna, por lo demás, estaba más que aceptable
el sitio. Después de curiosear un ratito en la televisión italiana (que gracia
nos hace a todos ver los anuncios de la tele, los que vemos a diario en
castellano, en otro idioma, eh?), preparé la mochila de la cámara y las cosas
para el día siguiente y me fui a dormir. Digo “fui” por poner un verbo que
exprese algo de movimiento, porque la verdad es que me “caí” dormido. Primer
día finiquitado, toma de contacto adecuada y preparado para comenzar temprano. Buonanotte
Roma, sono già qui.
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