OBELISCOS DE ROMA. -
Una de las cosas que más llaman la atención cuando
paseas por Roma es fijarse en los Obeliscos egipcios que hay repartidos por
toda la ciudad.
Obeliscos… una palabra que, por más que trato de
memorizar, no hay forma de que se me quede grabada, por más reglas
mnemotécnicas que me invente (la última fue asociar el nombre al más robusto de
la pareja de irreductibles galos del comic) y si no, que se lo digan a mi amigo
Juan Manuel, que se encarga de recordarme como se llaman estos monumentos de
origen egipcio cada vez que hago mención a alguno de ello. Que le voy a hacer,
uno tiene sus limitaciones…
El obelisco, nombre que procede
del griego, es un monolito ahusado, a menudo de granito, de cuatro caras que
termina en forma de cúspide llamada “pyramidion”. Sus orígenes remontan a más
de hace 3000 años y la ciudad donde se erigieron por primera vez fue
Heliópolis, en Egipto, la ciudad que representaba el principal centro de culto
de la divinidad del Sol. Para los egipcios los obeliscos representaban la
“materialización” en piedra de los benéficos rayos del sol que permitían el
desarrollo de la vida en la tierra. En el antiguo Egipto, los monolitos de granito,
a menudo grabados con jeroglíficos, se colocaban en las entradas de los
templos. Muchos de los antiguos emperadores romanos estuvieron en Egipto y uno
de los trofeos más preciados para un conquistador romano era un obelisco
egipcio. Símbolo de la divinidad y la inmortalidad para los faraones, en Roma
se consideraban uno de los objetos saqueados de mayor valor y se utilizaban
para decorar templos, circos y mausoleos.
En Roma hay
trece obeliscos egipcios, pero no todos fueron traídos de Egipto, concretamente
solo ocho, los cinco restantes son copias realizadas en época romana. Se dice
que si has visto los trece obeliscos de la ciudad es que has visitado las trece
plazas más importantes de Roma.
El
primero llegó a Roma en el siglo I a.C. como trofeo tras la conquista de Egipto
por Augusto. Desenterrados durante el Renacimiento, los obeliscos pasaron a ser
símbolo de poder de los papas. Fue el papa Sixto V quien, allá por el siglo
XVI, los fue recuperando y encontrando de nuevo, teniendo, así mismo, la idea
de cristianizarlos poniéndoles una orbe y cruz de bronce u oro en la parte
superior y colocarlos frente a las mayores basílicas de la ciudad o en los
finales de las avenidas para guiar a los peregrinos en su camino.
¿Cuáles son
esos ocho obeliscos originales?, vamos a verlo:
·
Obelisco Lateranense: Es el más antiguo (1.490 a. C) y
alto de todos los que se conservan (32,18 m, 37 m con la base) y pesa 455
toneladas. Es de la época de Tutmosis IV y
originario del templo de Amón en
Karnak. Es de granito rojo fue realizado durante los reinados de Tutmosis III y
Tutmosis IV, de este último se habla en los jeroglíficos que lo decoran y fue
el único obelisco puesto en Tebas solo (los obeliscos generalmente eran
realizados a pares). “Raptado” por orden del emperador Constantino el Grande,
en el año 337 para colocarlo en su nueva capital Constantinopla, fue llevado,
primero, en barco por el Nilo hasta Alejandría, pero Constantino murió antes de
que el obelisco abandonara Egipto y su hijo y sucesor Constantino II, se lo
llevo a Roma, donde fue erigido en el Circo Máximo.
Fue encontrado en 1587 en el antiguo
Circo Máximo de Roma, dividido en tres piezas; un año después, por mandato del
papa Sixto V, se le añadió una cruz en su vértice y el 3 de agosto de ese año
se colocó en la plaza de San Juan de Letrán (San Giovanni Laterano), entre la
puerta norte de la Basílica de San Juan y el palacio Lateranense donde se
encuentra actualmente, sustituyendo a una estatua ecuestre del emperador Marco
Aurelio, que iba a ser trasladada a la colina capitolina. En 1607, en el marco
de los trabajos de acondicionamiento de la plaza donde se ubica, se adosó a su
base una fuente, atribuida a Pietro Bernini, Flaminio Ponzio, Domenico Fontana
y Taddeo Landini, compuesta de una pileta coronada por dos delfines que
soportan una concha, con dos dragones y un águila en su parte posterior,
referencia al papa Pablo V, y con otros elementos decorativos alusivos al papa
Sixto V.
·
Obelisco Flaminio: Situado en la Piazza del Popolo, es llamado así porque
está al principio de la Via Flaminia y fue el primer obelisco traído a Roma.
Está tallado en granito rojo
de Asuán, mide 23,30 metros y pesa
235 toneladas, con la base y la cruz alcanza una altura total de 36,50 metros.
Construido durante el reinado de Seti I y Ramsés II (siglo
XIII a. C.), el monolito se erigió en el Templo del Sol de la antigua ciudad
egipcia de Heliópolis. Tres de sus caras se grabaron con el nombre de Seti
I, y la cuarta con el de su hijo Ramsés II; siglos después, en el año 10
a. C., fue transportado hasta Roma por mandato de Augusto, junto
al denominado obelisco de Montecitorio.
Originalmente situado en la spina del
Circo Máximo, el obelisco Flaminio se redescubrió en 1587 junto al obelisco de
Letrán, roto en tres partes, durante las excavaciones dirigidas por el papa
Sixto V, que los hizo trasladar junto con otros monolitos para adornar las
plazas de Roma.
En 1589 fue reubicado frente a la
iglesia de Santa María del Popolo por Domenico Fontana, convirtiéndose así en
el monumento central de la piazza del Popolo recientemente proyectada a su
alrededor. En 1823, Giuseppe Valadier lo adornó con una base con cuatro
estanques circulares y otras tantas esculturas de leones en piedra, imitando el
estilo egipcio.
·Obelisco Solare o de Montechitorio: Es un obelisco de granito rojo
egipcio mandado construir por Psamético II (595-589 AC) y, como el anterior,
estaba situado en la ciudad egipcia de Heliópolis. Traído a Roma, con el
obelisco Flaminio en el año 10 antes de cristo por el emperador romano Augusto,
se
utilizó como el gnomon del Solarium Augusti situado en el Campo de Marte,
que es donde hoy se encuentra la Plaza Montecitorio; el obelisco estaba situado
de tal manera que, además, marcaba con su sombra la fecha del 23 de septiembre
que era el cumpleaños del emperador y que a su vez coincidía con el equinoccio
de otoño.
Tiene una altura de 21,79 metros (71 pies) de alto, y 33,97 metros (111
pies), incluyendo la base y el globo. A partir del siglo XI el obelisco desapareció
de la historia, hacia 1520 el Papa Sixto V trató de repararlo y volver a
levantarlo ensamblando algunas piezas encontradas en 1502 pero no lo logró pues
ni él ni los papas siguientes pudieron dar con la ubicación exacta del obelisco
enterrado y no fue hasta 1792 cuando se restauró y se colocó en la Plaza de
Montecitorio por orden del Papa Pío VI.
En el nuevo diseño de la Piazza Montecitorio (inaugurada el 7 de junio de
1998), un nuevo meridiano fue trazado sobre el pavimento en honor del meridiano
de Augusto, que apunta hacia la entrada principal del palacio. Por desgracia,
la sombra del obelisco no apunta precisamente en esa dirección, y su función
gnomónica se pierde definitivamente.
Por cierto, en la inscripción en dos de los lados de la base, puede leerse:
"El emperador Augusto, hijo del
divino César, pontífice máximo, proclamado emperador por duodécima vez, cónsul
por once veces, que tenían el poder de la tribuna durante catorce veces,
después de haber llevado a Egipto en manos de la gente romana, dio como regalo
al sol “
·
Obelisco Macuteo: Este obelisco de 6,34 m de
altura (llegando a los 14,52 m. si le añadimos la base) era uno de una pareja
de obeliscos situados en el Templo de Ra en Heliópolis. Construido en granito
rojo, hacia el siglo XIII a. C, sus jeroglíficos hacen mención de Ramsés II en
dos cartuchos, así como
frases de celebración. No se sabe quién lo trasladó a
Roma. Hacia 1374, se encontró otros restos del obelisco detrás la tribuna de la
iglesia de San Macuto (de ahí su nombre), cerca del Panteón, manteniéndose allí
hasta que el papa Clemente XI decidió llevarlo a la Piazza della Rotonda donde
se halla el Panteón (Panteón de Agripa) y es la pareja del que se haya en la
Villa Celimontana, del que hablaremos luego.
Se colocó en 1711 sobre una fuente cinquecentesca (1575) de Giacomo della
Porta, que fue adaptada por el arquitecto Filippo Barigioni y adornada con numerosos
elementos decorativos, añadiendo, además, el de armas de la Casa de Albani
(apellido del Papa Clemente XI), y la cruz en la parte superior del obelisco.
El papa Alejandro VII añadió su
escudo de armas a la base; uno de sus elementos heráldicos, una estrella,
también se aparece como elemento de la parte superior del obelisco.
Como curiosidad, diremos que los
comerciantes mantenían sumergido el pescado en la fuente para venderlo vivo.
Esta situación se mantuvo hasta 1847, cuando por fin se eliminaron los puestos
de la plaza.
·
Obelisco Minerveo u Obelisco de la Minerva: También conocido como el Pulcin della Minerva (pulcin significa cerdito) o,
simplemente, el Obelisco y el elefante.
Mide algo menos de seis metros de
altura, lo que le convierte en el más pequeño de todos los que hay en Roma, de granito
rojo fue realizado en la dinastía XXVI (siglo VI a.C.), en tiempos del faraón
Apries, para un templo de la ciudad egipcia de Sais. De allí se trasladó a
Roma, como otros muchos, y se colocó frente a un templo consagrado a Minerva,
que es el solar que ocupa actualmente la iglesia de Santa María Sopraminerva.
Precisamente en los jardines adyacentes a la iglesia donde había estado un
templo consagrado a Isis, destruido en tiempos de Augusto, fue donde se
encontró el obelisco en el año 1665.
En 1667 el papa Alejandro VII decidió colocar
el obelisco en el lugar que hoy lo vemos, frente a la iglesia de los dominicos.
A la vista del simbolismo que se imprimió al monumento, no parece una elección
casual, ya que la iglesia era la sede del tribunal romano de la Inquisición,
donde tan sólo unos años antes, la mañana del 22 de junio de 1633, hubo de
comparecer Galileo Galilei para abjurar de su teoría heliocéntrica.
Sobre cómo decidió Alejandro VII quien iba a
hacerse cargo de la base hay una historia de lo más curiosa:
La elección del arquitecto para que
diseñase el pedestal sobre el que se erigiría el obelisco originó una disputa
entre los dos principales aspirantes: el Padre Dominico Paglia y Gian Lorenzo
Bernini, arquitecto barroco. El clérigo propuso la creación de un pedestal
escoltado por cuatro perros, uno en cada esquina, para homenajear a la Orden de
los Dominicos, a la que pertenecía. Este hecho lo apartó de la competición,
pues Alejandro VII lo consideró un gesto inadecuado que se apartaba del
propósito principal de la escultura que era simbolizar la sabiduría divina. Así
fue como la candidatura del Padre Dominico de Paglia fue rechazada, erigiéndose
Gian Lorenzo Bernini triunfador.
La idea del elefante sosteniendo un
obelisco fue muy del agrado del Papa. Bernini tomó la imagen del
Hypnetoromachia Poliphili (El sueño de Poliphilo), una obra de Francesco
Colonna publicada en Venecia en 1449 por el famoso editor Aldo Manuzzio, que lo
presentó acompañado de unos maravillosos grabados, considerados por muchos como
la auténtica clave del éxito de la obra. Fue lo que hoy podríamos considerar
como un best-seller. Cuenta como
Poliphilo persigue a su amada Polia a través de unos paisajes de fantasía hasta
que finalmente los amantes se reconcilian. Se trata de una alegoría llena de
referencias simbólicas que constituyen una muestra del ideario hedonista del
Renacimiento. En una de ellas, Poliphilo encuentra un elefante hecho de piedra
que porta un obelisco sobre su grupa.
El significado del monumento aparece
desvelado en las dos inscripciones epigráficas en latín que aparecen en la
base, en las que el propio Alejandro VII intervino directamente, bien
dictándolas o, al menos, corrigiéndolas. En la primera de ellas podemos leer lo
siguiente: “Alejandro VII dedicó este antiguo obelisco, monumento a la Pallas
egipcia, rescatado del suelo y erigido en la plaza que tiempo atrás fue de
Minerva y hoy de la Madre de Dios, a la Divina Sabiduría, en el año 1667”.
Curioso ejercicio de sincretismo y asimilación mediante el cual un monolito
consagrado a Isis, a Minerva y a la Virgen, se convierte en símbolo de la
Divina Sabiduría.
La segunda inscripción está situada
a la espalda de la anterior, y todavía es más explícita en cuanto a la
interpretación simbólica del monumento: “Estos símbolos de la sabiduría de
Egipto que ves grabados en el obelisco que sostiene un elefante, el más poderoso
de todos los animales, son la prueba de que es necesaria una mente fuerte para
sostener una sólida sabiduría”. De este modo, el obelisco con los jeroglíficos
simboliza la “sólida sabiduría”, mientras que el elefante es la “mente fuerte”
que la sostiene. Esta interpretación se refuerza aún más si recordamos que los
hombres del Renacimiento veían en el elefante el símbolo de la prudencia, que
habitualmente se identifica con la Sabiduría, que es inspiradora de la virtud. Su
peculiar diseño se inspiraba en una de las frases grabadas en la columna: “se
necesita una mente robusta para mantener una sabiduría sólida” y, para
materializarla, eligió la figura de un elefante, capaz de soportar el peso de
tal columna y símbolo de sapiencia y erudición en muchas culturas, tal y como
recoge en el libro El Sueño de Polífilo de 1499, del que el arquitecto barroco
se inspiró para realizar esta obra.
·Obelisco
Dogali: Este obelisco de granito rojo proviene de
Heliópolis, del Templo del Sol, con una altura de 9,25 metros, y fue erigido
por Ramsés II hacia el 1300 a. de JC. Vino a Italia, con otro
“hermano” que se encuentra en los jardines de Boboli, en la ciudad de Florencia,
después que Roma conquistara Egipto en el siglo I DC por el emperador Domiciano
para adornar el Templo de Isis. En el piramidión, que se encontró accidentalmente en
1719 en vía di Ignazio durante la renovación de la Biblioteca Casanatense, figura
un escarabajo alado con el disco solar y dos cartuchos de Ramsés II; a cada
lado del tronco la columna que llevaba inscripciones alabanza y epítetos
referidos al faraón.
En 1719, se encontró el obelisco;
pero, para no entorpecer los trabajos del monasterio, cerca de Santa María
sopra Minerva, se volvió a enterrar.
Corriendo el año 1883, el famoso
arqueólogo Rodolfo Lanciani lo
descubrió definitivamente. Como el Estado Papal había caído, se puso de corona
una estrella.
En enero de 1887 se consumió el desastre
de Dogali en Eritrea (548 soldados italianos aniquilados) y, unos meses más
tarde, en junio, el arquitecto Francesco Azzurri decidió arreglar el obelisco
recién encontrado frente a la estación de Termini (en la foto 1) y dedícalo a
los héroes de Dogali, decorando su base con leones y placas de bronce con los
nombres de los soldados caídos. El monumento fue criticado por el mal gusto
funerario, a diferencia de los antiguos, fue escrito en la ocasión, que en su
lugar conmemoraba a sus héroes. En 1924, con motivo de las obras de
reorganización urbana en la Piazza dei Cinquecento, el obelisco fue trasladado
al jardín en via delle Terme di Diocleziano, donde todavía se encuentra.
En mayo de 1937, en una ceremonia
pública, fue colocado a los pies del obelisco una representación de bronce
del León de Judah, emblema de la monarquía etíope, dedicada al
emperador Menelik II. Pero,
el león de bronce desapareció, durante los días de la liberación de Italia por
las tropas aliadas en la II Guerra Mundial.
·Obelisco Matteiano: Este obelisco
pertenece a la época de Ramsés
II, y era uno de una pareja del templo de Ra en Heliópolis,
(el otro es el Obelisco
Macuteo, el que está junto al Panteón), y que retiene mucho de su
altura original. Tiene 2,68 metros de altura (es la parte original), y con la
base alcanza los 12,23 metros.
Trasladado a Roma
por Domiciano,
fue colocado en el Templo
de Isis en Campo Marcio cerca de Santa Maria Sopra Minerva.
Encontrado en el
siglo XIV y erigido al lado de la entrada basílica de Santa Maria in Aracoeli
en la Colina Capitolina. En 1535, se reformó el pórtico, desmontándose el
obelisco y puesto en el suelo.
En el año 1582, el
Senado de Roma –que administraba la ciudad- lo donó a Ciriaco Mattei, uno
de los mayores coleccionistas de arte de su tiempo y miembro de una familia
romana muy prominente, quien lo colocó en el jardín de su villa (Villa
Cellimontana), después de que Miguel
Ángel rediseñara la plaza a finales del siglo XVI. Al no
ser cuidada la villa ni los jardines por los herederos de Mattei, el obelisco
se deterioró, cayó y se fragmentó, perdiéndose de nuevo. Es el único obelisco
de Roma que todavía mantiene un globo en el pyramidion, en vez de una cruz o elementos
heráldicos papales.
En 1812, cuando la
casa fue comprada por Manuel
de Godoy, Príncipe
de la Paz, hombre apasionado del arte y la arqueología, decidió el
traslado de los restos del monumento desafortunado a la arboleda de las Musas.
El traslado tuvo lugar en mayo de 1817. Las antiguas inscripciones fueron
reemplazadas por otras. Los fragmentos se redescubrieron y volvieron a levantar
en el año 1820. Es el obelisco más pequeño de Roma.
Quizá no sea el
obelisco más importante de los que se encuentra en Roma y suele pasar
desapercibido debido a su tamaño, pero su historia está vinculada a un
accidente un tanto horrible que ocurrió en 1820, durante la ceremonia pública
celebrada el día en que el obelisco fue trasladado. Uno de los trabajadores a
cargo estaba quitando la grava de la base sobre la cual se colocaría el
monolito, el cual estaba suspendido a corta distancia en su vertical, de
repente, las cuerdas que sostenían el obelisco se rompieron, y cayó amputando
las manos del pobre ... ¡que, obviamente, todavía deberían estar allí, aplastadas
debajo de la base del obelisco!.
·Obelisco de la Plaza de San Pedro del Vaticano: En este obelisco me vais a
permitir que me entretenga un poco más que en los anteriores, es uno de mis
favoritos y lo rodea tal cantidad de historia y anécdotas que creo que merece
la pena pasar algo de más de tiempo con él.
Un 10 de septiembre de 1586, el papa Sixto V colocaba
en el centro de la Plaza Vaticana de San Pedro un obelisco de origen egipcio de
unos 25 metros y medio de altura. Un monumento cuya historia comenzó siglos
antes.
En el año 37 d. C, uno
de los dirigentes romanos más conocidos de la historia, el emperador Calígula,
decidió adornar su circo privado con un enorme obelisco de origen egipcio. El
obelisco se colocó en el centro del circo, que en tiempos del emperador Calígula
todavía se encontraba en construcción. El circo estaba situado a las afueras de
la capital romana, en la colina vaticana, y sería conocido con el tiempo como
el Circo de Nerón, ya que sería con este emperador romano cuando se terminaría la
construcción. Circo en el que se cree que fue torturado y crucificado el
apóstol san pedro, precisamente al lado de este monumento. Motivo por el cual
se le comenzó a llamar a este obelisco, el ‘testigo mudo’.
El obelisco sobrevivió a la caída del imperio romano y
se mantuvo en el mismo lugar hasta el año 1586. Es en esta época cuanto el
arquitecto napolitano Doménico Fontana bajo las órdenes del papa Sixto V
reubicó el obelisco hasta su lugar actual, en el centro de la plaza de san
pedro.
Acqua alle funi!! El trabajo, que fue
confiado al comasco Doménico Fontana,
presentaba grandes dificultades. El obelisco pesa 350 toneladas y tiene 25
metros de alto, por lo que fontana se vio obligado a hacer infinidad de
cálculos y emplear andamios, cabrestantes y poleas. Para accionarlo todo fueron
dispuestos 800 hombres y 140 caballos. El 10 de septiembre de 1586 el obelisco
debía ser alzado y, dados los peligros inherentes al trabajo, se dio orden a
los obreros - y a la multitud - de no pronunciar ni una palabra, so pena de
muerte. Quien osara lanzar el más mínimo grito, sería ejecutado sin apelación
posible. Y, para que no quedasen dudas, en el lugar estaban ya dispuestos el
verdugo y la horca.
El obelisco ya estaba
casi en su posición definitiva, cuando se vio que las cuerdas cedían. Algunas
se cortaron estrepitosamente, emitiendo un sonido aterrador, similar a los
latigazos y otras se estiraban peligrosamente. En medio de un pánico creciente,
todos veían cómo el monolito, estaba cayendo ostensible e irremediablemente al
suelo. La catástrofe era inminente. De pronto, en ese momento, en medio del
enorme silencio, arriesgándolo todo, se levantó una voz. Fue una sola voz,
audaz y temeraria la que gritó: ¡cage
l'aiga a le corde! (expresión en dialecto genovés que significa "
¡agua a las cuerdas! ").
El consejo, sacó de su ensimismamiento a todo el
mundo, particularmente a los arquitectos, quienes - dándose a la razón -
prontamente gritaron a su vez, las órdenes pertinentes.
El peligro había sido conjurado por el capitán Bresca,
marinero ligur, que sabía bien que las cuerdas de cáñamo se acortan y aumentan
su resistencia cuando se mojan.
Bresca fue detenido, pero Sixto V, como recompensa, en
lugar del castigo, le concedió grandes privilegios, una nutrida pensión y el
derecho de izar en el mástil de su casa la bandera vaticana. Por otra parte, Bresca
solicitó y obtuvo el privilegio, para sí y sus descendientes, de suministrar a
la iglesia de San Pedro los olivos para la Semana Santa. Aún hoy Bresca es
recordado en su ciudad natal, Bordighera.
La esfera de bronce que se encontraba en lo alto del
obelisco y que durante mucho tiempo se pensaba que conservaba las cenizas de
julio césar, fue quitada por el arquitecto napolitano, quien comprobó que no
guardaba dichas cenizas en su interior. El papa decidió poner en su lugar una
cruz para poner fin a aquella superstición y grabar en la base del obelisco una
antigua fórmula de exorcismo.
La esfera se puede
contemplar a día de hoy en los Museos Capitolinos. Cuenta con numerosas
abolladuras que datan del s. XVI. Abolladuras propiciadas por balas de las
tropas de Carlos I de España y V de Alemania durante el saqueo de roma en el
año 1527.
En 1817, el obelisco fue convertido en un reloj de
sol. Alrededor de él se pusieron varios discos de mármol en el suelo de la
plaza formando la rosa de los vientos y una meridiana. La meridiana muestra por
un lado las horas del día que son indicadas por la forma del mismo obelisco
según la posición del sol y por otro, los puntos que indican los solsticios de
invierno y de verano.
En la actualidad, el
obelisco de la plaza de san pedro es el único de la capital italiana que se
mantiene intacto. Además, su antigua ubicación cuenta con una placa cuadrada
con la inscripción “Sito dell obelisco
vaticano fino all anno MDLXXXVI”, que recuerda el lugar original del
obelisco que a día de hoy se erige en el centro de la plaza vaticana de San Pedro.
LAS COPIAS ROMANAS
Obelisco
Agonale: Está situado en la Piazza Navona, y tiene una altura de 16,54
metros. Añadiendo la base llega a los 30 metros. Fue construida en granito.
Es una obra romana, encargada
por Domiciano a
las canteras de Asuán (Egipto) y erigida en el Templo de Isis y Serapis.
Después grabó su nombre en la base del obelisco en jeroglíficos.
En el pyramidion aparecerá
como un faraón sentado entre 2 dioses, incluyendo a la diosa Hathor ofreciéndole
la doble corona, aludiendo de forma simbólica al imperio heredado a la muerte
de su hermano Tito Flavio Sabino
Vespasiano, en el
año 81 AD. (En los lados norte y oeste lleva la doble corona del Alto y Bajo
Egipto; en el lado sur lleva la corona roja –la del Bajo Egipto-, y en el lado
este, lleva la corona blanca –la del Alto Egipto-).
El elemento de bronce encima
del obelisco tiene la forma de una paloma que lleva una rama de olivo: es el
emblema heráldico de los Pamphili, la familia a la que pertenecía el Papa Inocencio X, el
patrocinador de la obra de Bernini.
Hacia el año 311, Majencio lo
hizo transportar a su Circo (Circo Majencio) que se hallaba en la Via Appia
Antica.
Antiguamente, la Piazza
Navoña también era un estadio que construyó Domiciano para celebrar
competiciones deportivas (agonales ludi). Pero
tras la caída de imperio, los dos estadios quedaron abandonados hasta
desaparecer.
Hacia 1651, el Papa Inocencio
X lo mandó rescatar y restaurar al arquitecto Gian Lorenzo Bernini de las ruinas del Circo
Majencio para que lo erigiese en el centro de la Piazza Navona
(donde el Papa tenía su residencia), sobre la Fontana dei Quattro Fiumi (Fuente de
los Cuatro Ríos) del propio
Bernini, que simbolizan el río Nilo, el Ganges, el Río de la Plata y el
Danubio.
El obelisco Agonale se convirtió en una especie de símbolo del
triunfo de la Iglesia sobre el mundo pagano a través del cual la esencia divina
se extiende a cuatro continentes personificados por los cuatro hombres
colosales.
Obeliscos
Esquilino: En origen flanqueaba el lado izquierdo del Mausoleo
de Augusto en Campo Marcio, mientras que en el derecho estaba
el Obelisco
Quirinale.
Se encuentra en la Piazza
dell’Esquilino junto a la basílica Santa María Maggiore, y es el segundo
obelisco erigido en Roma por el Papa Sixto V. Tiene una altura de 14,75 m (25,50 metros desde
la base) y no tiene jeroglíficos.
Poco se sabe acerca de su
origen. Parece que fue realizado por Psamético II (siglo VI a. de JC), o pudo ser traído
por Domiciano o Nerva para
adornar el Mausoleo.
Al
parecer, no pertenecían originalmente a la tumba, ya que nunca se mencionan en
la literatura antes de la segunda mitad del siglo I, por lo que pueden haber
sido añadido al complejo unos 50 años después de su toma, o incluso más tarde.
Durante la Edad Media
estuvieron abandonados y enterrados en 4 fragmentos cerca de la Iglesia de San
Rocco, en Vía Ripetta. En 1519 el papa León X rescató partes del obelisco.
En 1587, el papa Sixto V lo
erigió como decoración de la parte trasera de la Basílica de Santa María
Maggiore. Parece ser que durante la época romana se le cortaron las puntas a
este obelisco y al Quirinale, para poner otros ornamentos. Así, en la parte
superior del Obelisco Esquilino se colocó el escudo
de armas de los Peretti (apellido de Sixto V), las montañas y la
estrella y la cruz, realizado en bronce por el escultor James Tranquilli.
Sixto V quería dedicar el
monolito a Cristo, con una inscripción que aparece en la placa de la base del
obelisco frente a la Basílica que traducido dice:
“Cristo
de la Cruz invencible conceda la paz a su pueblo, que quiso nacer
en cuna en el momento de la paz de Augusto”
Obelisco
Quirinale: En origen flanqueaba el lado derecho del Mausoleo
de Augusto en Campo Marcio, mientras que en el izquierdo
estaba el Obelisco Esquilino anteriormente
analizado. Tiene una altura de 14,63 m de altura y con
la base llega a los
28,94 metros y está en la Piazza del Qurinale.
Los godos lo derribaron, y
fue olvidado y abandonado durante mucho tiempo. Fue encontrado hacia 1781: el
obelisco fragmentado en cuatro partes, y la base en dos partes.
En octubre de 1786, el papa Pío VI encarga
al arquitecto Giovanni Antinori, que lo erija frente al Palacio del
Quirinale, residencia de verano de los papas, creado a instancias del papa Gregorio XIII, en
la colina más alta de las Colinas Capitolinas. Hoy es la residencia del
presidente italiano. El obelisco fue colocado junto a los dos colosales Dioscuros (los
hijos de Júpiter), Cástor y Pólux, que provenían de las Termas de
Constantino.
Según la leyenda, aquí estaba
el pequeño pueblo de los Sabinos, donde habría morar Tito Tazio tras
la paz con los romanos. Los Sabinos habían erigido en el Quirinal un altar en
honor del dios Quirino. Para
poblar la ciudad recién creada, Rómulo aceptó todo tipo de prófugos, refugiados
y desarraigados de las ciudades vecinas, de procedencia latina. La colonia
estaba formada íntegramente por varones; pero para construir una ciudad se
necesitaban también mujeres. Así que pusieron su atención en las hijas de los
sabinos, que habitaban la vecina colina del Quirinal.
Obelisco Salustiano: Está en la Piazza Trinità dei Monti, entre la Iglesia de
la Trinità dei Monti y la escalinata que lleva a la Piazza di Spagna.
Tiene una altura de casi 14
metros (30 metros desde la base), y fue realizado en la época imperial romana
emulando a los egipcios. De hecho, contiene inscripciones de Seti I y Ramsés II, que
fueron copiados literalmente del Obelisco de Augusto de
la Piazza del Popolo, aunque algunos símbolos son incorrectos.
La
parte superior del obelisco está adornado con los símbolos del Papa Pío VI y la
cruz, como una reliquia de un fragmento de la Santa Cruz de Jesús y las
reliquias de San José, San Francisco de Paola, de Pío V y de los Apóstoles
Pedro y Pablo. También tiene una flor de lis, elemento
heráldico del rey de Francia, el cual patrocinó la construcción de la iglesia
frente a la cual se halla el obelisco, la Trinitá del Monti.
Se le
conoce como Obelisco Salustiano, dado que apareció en
lo que fueron los jardines de Salustio, tribuno e historiador del siglo I a.C. para
ornamentar el Circus Sallustianus (hipódromo).
Después de la caída del imperio romano, se derrumbó y rompió en dos pedazos y,
durante la Edad Media, quedó sepultado durante siglos.
Al descubrirse de nuevo, el
papa Sixto V tuvo la idea de trasladarlo a la zona de la Basílica de Santa
Maria degli Angeli (Santa María de los Ángeles) junto a las Termas de
Diocleciano; pero murió sin llevarse a cabo dicho proyecto.
En la década de 1600, la
familia Ludovisi se
hizo dueña del terreno donde estaba enterrado el obelisco, y hacia 1734 donaron
el obelisco roto al papa Clemente XII, quien lo restauró y lo trasladó a la
Basílica de San Giovanni in Laterano. Allí no encajaba por su pequeño tamaño al
compararlo con el que ya estaba allí, el Obelisco Lateranense.
Así que quedó tumbado en el suelo.
Entretanto, los franceses
iniciaron negociaciones para llevárselo a París con la idea de colocarlo frente
a la catedral de Notre Dame.
Ya en 1789, transcurridos
unos 50 años, el papa Pío VI lo trasladó a la ubicación actual encargando el
proyecto al arquitecto Antinori.
Obelisco Pinciano: Se encuentra en la Colina Pinciana y
tiene 9,24 metros de altura; si incluimos la base y la estrella superior la
altura llegaría a los 17,26 metros. A diferencia de los demás obeliscos, este
se sacó de Egipto cuando ya era una provincia romana. Los jeroglíficos se
copiaron de los obeliscos del Templo de Isis de Roma y tallados por artesanos
locales, por lo que los caracteres son dudosos.
Fue
construido por orden de Adriano en el siglo II como monumento en memoria de su
bellísimo joven amante Antinoo, tras su muerte prematura ahogado en el Nilo ante
la mirada de Adriano y erigido en Tivoli, ante la tumba de Antinoo.
Cerca de un siglo más tarde (siglo III), fue trasladado a Roma
por Heliogábalo para
decorar la spina del Circus Varianus, un
estadio que se encontraba en un complejo que incluía la Sessorium (residencia
imperial) y el Amphitreatrum Castrensis. Ubicado cerca de
la Porta Maggiore donde, transcurriendo el tiempo, se desplomó, se fragmentó y
permaneció sepultado hasta el 1570, aunque ya fue descrito por primera vez en
1525 por Antonio da
Sangallo, que acompañó el dibujo con la referencia topográfica.
En la segunda mitad del siglo
XVI, el circo y sus alrededores eran propiedad de los hermanos Curzo y Marcello Saccoccia.
En 1570, éstos excavaron en las inmediaciones del circo y recuperaron los
fragmentos del obelisco.
Los jardines donde estaba el
obelisco fueron pasando de mano en mano a varios propietarios. Una vez
encontrado, cerca de Porta Maggiore, el papa Urbano VIII hizo que Bernini lo trasladara, de forma provisional, frente
al Palacio Barberini.
Cornelia Barberini,
hacia 1713, lo donó al papa Clemente XIV que lo llevó al Cortille della Pigna,
perteneciente hoy a los Museos Vaticanos. Posteriormente, el papa Pío VI lo
coloca sobre el pedestal de Antonino Pío. Allí permaneció hasta que, en 1822,
el papa Pío VII ordenó
al arquitecto Marini que lo trasladase, definitivamente a los
jardines de la Colina Pinciana. Parece que en este momento se coloca en la base
su escudo de armas.
El elemento de bronce en la
parte superior puede referirse tanto a Clemente XIV o a Pío VII, dado que las
colinas y las estrellas aparecen en los escudos de armas de los dos papas.
OBELISCOS MODERNOS
Existen también cuatro obeliscos en Roma de más reciente construcción:
Obelisco Villa
Médici: es una copia del original del siglo XIX, fue encontrado en los jardines de
la Villa Médici y llevado a Florencia.
Obeliscos de Villa
Torlonia: fueron realizados en granito de Baveno en 1842.
Obelisco del Foro
Itálico: realizado en mármol de Carrara en 1932 y dedicado a Benito Mussolini.
Obelisco Marconi: Se realizó en
1959 y está situado en el centro del barrio EUR. Está dedicado a Guglielmo
Marconi (ingeniero mecánico, empresario e inventor italiano). Fue construido
para los Juegos Olímpicos de 1960. Contiene 92 paneles en mármol blanco con
ilustraciones de la carrera de Marconi y escenas alegóricas.
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